martes, 11 de febrero de 2014

Martí es un tema apasionante

Artículo publicado en el periódico Victoria de la Isla de la Juventud, con foto de Evelio Medina Rodríguez y texto del periodista Alexis Quiala Ferrer, en la celebración de la XVI Feria Internacional del Libro en 2005.
   En los alrededores de la Casa Museo El Abra sopla fresco y suave y el escritor Yamil Díaz Gómez aspira el aire, mira el entorno y exclama: ¡Qué lugar tan bello y único! Ustedes tienen algo incomparable.”
   Y con esas frases de admiración y otras de agradecimiento comenzamos esta entrevista.
   “Parece que el destino me ha deparado visitar la Isla de la Juventud cada diez años. La vez anterior fue en 1995, en un evento de poesía de la Asociación Hermanos Saíz, que se llamaba Arenas Negras y se desarrolló en la instalación de campismo del mismo nombre”.
   “En aquella oportunidad quise venir al Museo El Abra, pero llegamos hasta aquí y estaba cerrado. Ahora, diez años después, se cumple mi deseo y debo confesarte que estoy deslumbrado. Me parece un lugar único en Cuba, porque recoge una etapa esencial en la vida de Martí; la adolescencia y ustedes guardan ese momento importante del Apóstol”.
   “También me ha asombrado el cuidado con que se conservan las reliquias martianas que poseen. Puedo hablar con profundidad de este tema, porque estoy entre los que les entusiasma la vida del Héroe Nacional”.
   “Últimamente he publicado dos libros acerca de Martí en campaña: el primero se llama Crónicas martianas, y fue en el 2001; el segundo se titula Lluvia, obra donde cuento, a mi manera, su vida”.
   “A estos puedo agregar el que estoy escribiendo, que trata sobre su vida amorosa, y se nombra José Martí: carne y hueso.”
   ¿Por qué tanta pasión por Martí?
“Para mí es la figura resumen, no solo de la historia de Cuba, sino de algo mayor: de la cultura cubana. Cuando alguien entra en el tema de Martí, lo hace para toda la vida. Hay demasiada pasión en ese hombre para desprenderse de él cuando se ha profundizado en su vida y obra”.
   Yamil cojea un poco; pero no es de nacimiento. Fanático al béisbol, se tiró de las gradas para felicitar a su equipo en una de las victorias de esta Serie y se lastimó la pierna. Es muy afable y se gana fácilmente el favor del interlocutor.
   Conversamos acerca de la XIV Feria Internacional del Libro y señala que: “Es muy importante, en esta oportunidad me invitaron a La Habana, después a la Isla, donde he participado en varias actividades, entre ellas un recital de poemas de amor, el día 14, en el Área Literaria. El 15 presenté el libro de poesía País de hojaldre, de Reinaldo García Blanco; estuve aquí en El Abra y el miércoles ofrecí una conferencia”.      
   “Todavía me quedan dos provincias por visitar en la Feria: Matanzas y Villa Clara. Será un periplo largo, pero fecundo y fructífero.”
   ¿Qué representa para un escritor, asistir a los homenajes de una Feria?
   “Es muy enriquecedor intercambiar con otros públicos y esta Feria nos ha permitido ese bojeo literario. Y aunque García Márquez dijo que la literatura es el oficio más solitario del mundo; yo no comparto esa opinión, creo que como escritor no hay nada que me ayude tanto como la comunicación directa con los lectores”.
   Yamil es redactor de la revista Signos, dedicada a la cultura popular que se edita en Santa Clara; es vicepresidente del Movimiento Juvenil Martiano de Villa Clara y el año pasado participó en una conferencia científica internacional titulada José Martí y los desafíos del siglo XXI, celebrada en Guatemala.
   Quise conocer los premios que ha alcanzado con las obras relacionadas con Martí y me confesó que entre los más significativos se encuentra el Premio Abril 1994; Razón de ser en 2000; que concede la Fundación Alejo Carpentier, con el cual se le otorgó una beca. También obtuvo el de la Fundación de la ciudad de Santa Clara en el 2001y el premio DADOR, del Instituto del Libro, en el 2004.
   Pero Yamil se considera un poeta y me habló de sus libros…
   “He publicado cuatro de poesía, sus títulos son: Apuntes de mambí (1993), Soldado desconocido (2001), Fotógrafo en posguerra y uno para niños, En el buzón del jardín, que se ha editado dos veces. Escribir, para mí, es un hábito y lo seguiré haciendo mientras pueda”.
Ramón Leyva Morales

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