domingo, 2 de marzo de 2014

De ayer a hoy, la radio en mi vida


   Entre las fotos de infancia, con dos años de edad, encontré esta donde me muestro al lado del radio Rodina 68, el cual recuerdo en la casa desde que tengo uso de razón.

   Estaba ubicado en una esquina del comedor sobre una tabla o improvisada mesita. Allí descansaba el inmenso artefacto desde donde salía voz y música, algo mágico para el infante de entonces, y como la imaginación es así de fantasiosa, creía yo que ahí dentro había personas que me hablaban.

   Los toscos botones eran parte de mi entretenimiento diario, hundiéndolos una y otra vez para localizar radioemisoras nacionales y extranjeras. Lo recuerdo bien, escuchar transmisiones de onda corta en idioma inglés y de varias zonas del área.

   Puedo confesarles hoy a través de mi blog que en mi casa se escuchaba todos los días, casi religiosamente, Radio Progreso, La Onda de la Alegría, y los populares espacios Discoteca popular, Alegrías de sobremesa, Nocturno y Punto de Vista, con la magistral conducción y criterio de Julio Batista Delgado.

   No dudo que en todos los hogares cubanos de la época se sintonizaban esos programas, porque la música cubana, la de las bellas melodías y cuidada letra, era radiada y anunciada por Eduardo Rosillo Heredia en las tardes; el momento humorístico escrito por Alberto Luberta y también conducido por Rosillo, formaba parte de la tradición del cubano, y las melodías de Nocturno fueron y son parte del alma de millones de románticos.

   La locución era un mundo por descubrir entonces en mi vida, y nunca imaginé que al pasar los años estaría trabajando desde los micrófonos de esta añeja Cadena Nacional.

   Con Rosillo compartí la conducción en varias ocasiones frente a sus micrófonos, y tuve la dicha de acompañarlo en la última emisión al aire del popular Un domingo con Rosillo, sin imaginar que sería la despedida de su estelar espacio vespertino.

   A Rosillo lo entrevisté por el aniversario 90 de la radio cubana  y para la revista RP105, al igual que lo hice con Alberto Luberta, otra gloria de la cultura de esta Nación.

   Más de dos años como profesional de la palabra en La Emisora de la Familia Cubana, desde La Habana, y todavía me parece un sueño pertenecer a la plantilla de Progreso.

   Se siente erizar la piel al tener con el micrófono abierto, en vivo, al Maestro Julio Batista, o leer una crónica escrita por él.

   Creo no merecer estar aquí, todavía ando en pañales, aún gateo y no estoy a la altura de esos grandes hacedores de la palabra.

   Si me mantengo llevando el mensaje a los miles de oyentes en Cuba y el mundo, es porque la vida me está dando la posibilidad de aprender y nutrirme de ellos, de su experiencia, de su sabia, de su bondad y desprendimiento.

   Esos piececitos pequeños que se ven en la foto, hoy caminan los pasillos de Radio Progreso, y a ella entré con el pie derecho.

   La responsabilidad y seriedad debe de caracterizarme en el día a día, y superar cada detalle que pueda empañar la calidad de mi emisora, de la casa de Rosillo, de Luberta, de Julio Batista, de todos los cubanos.

   Si se ha hecho realidad un sueño, me corresponde solo a mí cuidarlo y compartirlo con cariño, amor y profesionalidad, con los millones de fieles oyentes dentro y fuera de Cuba.
Ramón Leyva Morales