viernes, 31 de octubre de 2014

El hombre nuevo en Jaime Prendes

 El acto de darse cuenta

Jaime Prendes es un  hombre apasionado por la fotografía directa, incansable conversador, que ha realizado toda la obra en su natal Isla de la Juventud, isla donde no sólo ha elaborado su discurso formal, sino también el conceptual de la  muestra que hoy pone a la consideración del público habanero.
Ambiciona el fotógrafo  en su afán de que no perdamos ninguna  de las esencias  implícitas en sus obras,  que conozcamos las coordenadas que debemos tener en cuenta  para el mejor acercamiento e interpretación del mensaje atendiendo lo que aporta la imagen desde la estética, pero también considerar  la duda que genera la  literalidad del título que la califica. A esa dualidad de acciones, el autor la bautiza como “el acto de darse cuenta”.
El hombre nuevo, asunto mítico que constituye una de las grandes  aspiraciones de la Revolución,  es el tema que nos propone Prendes, con la aspiración de que sus imágenes encuentren  a través del símbolo, el modo de expresar la complejidad cambiante de esa historia por él vivida  y las pruebas a que ha sido sometida por la acción de los cambios sociales al paso del tiempo.
Treinta imágenes  impresas en gran formato, gracias a la revolución tecnológica digital, como se diría en la cercana década del 90, benefician la narrativa visual, de un conjunto iniciado en el año 2004 y realizados en diferentes períodos, por lo que algunas de ellas han recibido reconocimientos al ser expuestas individualmente en salones de su municipio y en exposiciones mas allá de nuestras costas.
De muy diversas maneras puede ser apreciada esta exposición. Pero puede que por mi vicio profesional, mire con mayor interés la propuesta artística de fotografías que pretenden condensar procesos al convertir en imágenes  momentos que en la realidad, cada uno de nosotros puede sacar sus propias conclusiones, no solo al apresar el pasado para incorporarlo a un tiempo que queremos se prolongue o que queremos sobrevivir y que  generalmente con mirada crítica deseamos cambiar.
La fotografía de Prendes sobrepasa los placeres de la nostalgia o los de la memoria, su obra se convierte en instrumento de otra estética, el mismo la acerca como aspiración  a la dura pero humanista mirada de Suite Habana.
La verdad en fotografía, es un tema constantemente puesto en duda, la que hoy apreciamos son imágenes  entre mas de dos mundos: el que se contempla, el que se sueña o se imagina, y el que el autor nos propone valiéndose de la palabra.
Lo que ves, lo que quieres ver y lo que realmente hay. Tampoco vale decir realmente, pues la fotografía tampoco es realidad.
La construcción de la fotografía en Prendes aparece fragmentada entre lo que  es la imagen directa pura y lo que es el concepto, pues él es un fotógrafo de la calle en   la búsqueda de situaciones y gestos que se esconden en el  movimiento vital, allí se preocupa por la atmósfera que al descontextualizarla del entorno le otorga en algunos casos una atmósfera verdaderamente irreal, ya por el alto contraste o el contraluz  que le facilita la  luz ambiental tan apegada al uso por  la fotografía directa y live cubana.
Estas imágenes tienen otro destino, otra intención, razón por la que no nos aporta referencia posible para apreciar ni el momento, ni el lugar a que pertenece la toma; la importancia como imagen radica en la excelente valoración del blanco al negro.
Validan esta opinión las tituladas Autocrítica, Cuenta propia y la excelencia de Los mandados.
Otro aspecto que se aprecia desde el punto de vista de la construcción de la imagen es el atrevimiento del fotógrafo que con tal de garantizar su discurso temático  inserta en el conjunto imágenes con diferentes tratamientos formales, como en  las fotos directas con el espíritu del reportero que se aprecian en  el desgarrador mensaje de El retiro o El último hombre, pero que se diferencian de las construidas fotos de El chivato,  El Aguila nacional o Drume negrita,    unidas al conjunto por la impresión en blanco y negro .
Es su verdad construida a pedazos de la realidad, que al compartirla con nuevos públicos enriquecerá seguramente su lectura, a la vez que sea vehículo de disfrute, de conocimiento y de reflexión común.
Lesbia Vent Dumois
La Habana, marzo 2012

La Isla, Marilyn pinera, y una botella al mar

Por arte de libro en Feria me vi de pronto en la Isla; en la otra nuestra, la de la Juventud, o de Pinos (lo cual haría coherente el gentilicio Pineros) o De las Cotorras, o de Los Piratas, o Del tesoro, o De los 500 asesinatos (como la definió Pablo de la Torriente Brau, por el Presidio Modelo) o Reina Amalia, como primeramente le llamara Colón. 
Isla que se recompone aun de golpes arrasadores que vienen al compás del trío Matamoros “Cada vez que me acuerdo del ciclón, se me enferma el corazón”. Y quien quita que en el fondo espiritual de muchos pobladores esté latiendo, innombrable, una nueva manera de definirla: La Isla de los ciclones.
La vegetación ha recobrado en buena parte su belleza, aun quedan techos pendientes; el boulevard de su calle José Martí, va en proceso acelerado de re-construcción, con toda la majestuosidad y acento pinero que dan sus ladrillos, tejas, cerámicas y mármoles típicos. 
La gente hospitalaria, siempre dispuesta a compartir un guachi “baja muertos” y mucha charla, como seres sedientos de noticias, y desde el orgullo —no sin la queja penante, de ser parte de una isla dentro de otra isla. 
En esos arremolinados días (cuatro tan intensos como todo un año) me vi de pronto ante un buen signo, La UNEAC estrenaba su vieja casona hecha nueva, mejor aprovechada, más útil, deslumbrantemente hermosa. 
Su galería mostraba un mosaico de obras interesantes dentro de la cual un personaje me sacudió: un viejito patilludo, con su boina de antiguas batallas, venía hacia mí, apoyado en su bastón, y su jaba de hacer mandados, como a punto de cruzar una esquina, mirándome —más bien interrogándome—, desde su mundo en blanco y negro, de pocas luces, las suficientes casi para siluetearlo. 
Me asomé, —interesado—, al rótulo de la obra, pero el nombre de su autor me era desconocido. Saliendo de allí, un piquete de entrañables herejes, escritores, poetas, periodistas del terruño, me arrastraron calle abajo hasta una casa como embrujada, a la que se sube por escaleras sin barandas, de enredaderas y plantas variopintas, como único sostén (físico y visual) que no logra ocultar su falta de maquillaje. Su anfitrión un ser ciclónico, que te arrasa con un cariño inmediato, agresivo, que te juzga como un manotazo de principios y exige que definas tu bando: el de los indiferentes (por lo cual quedas excluido automáticamente) o el de los que sufren, sueñan, desafían, asumen cada problema humano —desde la uña del ser que te roza el hombro, hasta una simple contrariedad en el semejante más lejano en el planeta—, o sea, su bando, el bando de Jaime Prendes.
Las fotos, estallan por todos lados en esa pequeña sala-cuarto de estudio, arremolinando el tiempo de esa isla; los amigos reales, que compartían canciones y versos se empezaron a confabular con fantasmas que emergían desde obras diversas debatiendo el país, el universo, los días y las noches, entre el espanto y la ternura. “Drume negrita” la belleza africana, sudada, introspectiva, reza en mi alma desde el otro lado de una vela; “Juventud Rebelde” es un jinete audaz que desafía al mar, acaso al horizonte denso, encapotado, en su brioso caballo a punto de vuelo;  “El último hombre” como un Robinson en su mínima isla, una cámara, flota en su soledad, como meditando, sin irse ni venir, quien quita que preguntándose si es en realidad el hombre final o el primero de otra era. Y en rojo y negro “Conquistando el futuro” la Marilyn pinera, la ingenuidad risueña de la Monroe vestida de pionera, con la boina de octubre de amuleto. No me canso de mirarla, de hacer lecturas y lecturas, que van a dar a tantos parajes remotos y cercanos; algo que solo ocurre con las grandes obras.
Ahora pienso que aquel viejito que estaba de mandados, a punto de cruzar una esquina, en blanco y negro, cambió su destino al ver que no reconocía la firma de su creador en el rótulo. Me hizo un guiño para que atravesara los límites de la realidad, y arribara al mundo de colores y tonos, de quien lo había inmortalizado; alguien que se expresa mediante los personajes de su tierra, y la define y recrea, con mirada turbulenta, sufrida, amada. Jaime Prendes tiene amasado un universo espiritual en el que se funden su vida y sus imágenes, universo que ha lanzado al mar en una botella, para que viajen de su isla a su otra isla, (la que puede asemejarse a un caimán o un planeta), enviando su grito de dolor y esperanza.
El Diablo Ilustrado

Jaime Prendes, tan polémico como exclusivo

Cabalga sus sueños por tierras ajenas a su terruño natal, en una isla ajena a un país al cual pertenece ese pedazo de la geografía cubana.
Entrega su obra cual mágico regalo visual.
Se desvela con pesadillas convertidas en hermosos despertares en la ínsula que lo acogió cual hijo desde sus cuatro años de edad.
Se le ve siempre con su característico chaleco y cámara en ristre descubriendo  los más mínimos detalles de la otrora Isla de Pinos.
Su mirada acusiosa observa lo que miles no logran ver.
En Carapachibey tendremos también la mágica obra de Jaime Alberto Prendes Montes, miembro de la UNEAC y de la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales.
 
Las obras de Jaime Prendes se encuentran emplazadas en colecciones privadas de EEUU, España, Italia, México, Canadá, Ecuador, Irán, en la Syllavethy Galery de Escocia, en la Universidad de Ciencias Informáticas de Ciudad Habana y en la Vicepresidencia de Ecuador.
Sus fotos han sido utilizadas para campañas publicitarias de cadenas de turismo,  ilustraciones de libros y promoción de artistas.
Ha dirigido y realizado la foto fija de varios audiovisuales, entre ellos la del film “La Pared de las Palabras” (2012) del director Fernando Pérez y ha sido jurado de varios eventos de Artes Plásticas.
Una edición limitada de postales con su serie La Isla de los Pinos se le entregó a las delegaciones del Juego de las Estrellas del beisbol cubano en el 2013.

EXPOSICIONES INTERNACIONALES 
“III, IV, V y VI Salón Int. de Arte Digital”, Sala Majadahonda, C. Habana. 2001,02,03,04
“Muestra de Arte Digital Cubano”, San Juan, Puerto Rico. 2001
“V Jornada Motiva de Diseño Gráfico”, Oviedo, Asturias, España. 2001
“OTRA ISLA”, Facultad de Bellas Artes, Oviedo, Asturias, España. 2001
Sala Nasa, Universidad de Stgo. de Compostela, Galicia, España. 2001
Moaña, Galicia, España. 2001
“Muestra de Arte Contemporáneo Cubano”, Syllavethy Gallery, Escocia.2005
Concurso Internacional de Fotografía “La Discapacidad en Imágenes”, Quito, Ecuador. 2011
Salón Internacional “Visuarte 2012”. Cienfuegos
 
 

PREMIOS
Premio. “II Salón de Instructores de Arte”, Isla de Pinos. 1985
Primer Premio y Mención. “III Salón de Instructores de Arte”, Isla de Pinos. 1986
Primer Premio y Mención. “I Salón de la A.H.S.”, Isla de Pinos. 1987
Mención. “IV Salón Mcpal. de A. Plásticas P. Porras Gener”, Isla de Pinos. 1987
Selección del Jurado. “II, III, IV, V y VI Salón Internacional de Arte Digital”, Sala Majadahonda, C. Habana. 2000, 2001, 2002,2003, 2004.
Primer Premio. “XVIII Salón Mcpal. de A.P. Pablo Porras Gener”, Isla de Pinos. 2001
Premio. “IV Salón Mcpal. de la Gráfica”, Isla de Pinos. 2001
Primer Premio. “Salón de la Gráfica por el 1ro. de Mayo”, Isla de Pinos. 2003
Premio. “XXVIII Salón Provincial 14 de diciembre”, Pinar del Río, 2004
Premio del CAP “IV Salón Nacional de Arte Erótico”, Ciudad Habana, 2005
Primer Premio “Salón Prov. de las Artes Plásticas Aplicadas al Tabaco”, P. del Río, 2005
Premio “Salón Provincial de Paisaje Turnat 2005”, Pinar del Río, 2005
Premio “XXVIII Salón Provincial 14 de diciembre”, Pinar del Río, 2005
Premio “XII Salón de Artes Plásticas Atilano Armenteros”, Pinar del Río, 2006
Premio “XXVI Salón Mcpal. de A.P. Pablo Porras Gener. Isla de Pinos. 2010
Premio Unico “I Salón de Arte Contemporáneo”, Isla de Pinos. 2011
Mención Concurso Int. de Fotografía “La Discapacidad en Imágenes”, Quito, Ecuador. 2011
Mención “XXVII Salón Mcpal. de A. Plásticas. Pablo Porras Gener. Isla de Pinos. 2012
Mención Salón Internacional “Visuarte 2012”. Cienfuegos
Mención XIX Salón de Arte Erótico. Galería Fayad Hamis. La Habana.2013
Premio Salón Nac. de A. Plásticas por el 60 Aniversario del Asalto al Moncada. Santiago de Cuba. 2013
Primer Premio Concurso Internacional Havana Times “Fotografía hecha en Cuba”. 2013
 
 
 Eros y Tanathos o el vértigo de los cuerpos

   En el panorama de la fotografía contemporánea cubana dedicada a recrear el cuerpo humano artísticamente, la obra de Jaime Prendes ocupa un lugar destacado.
   Audaz, con frescura en la mirada, lleno de ideas, este artista merece toda la atención de la crítica. Anteriormente nos sorprendió con la muestra “El hombre nuevo”, en el vestíbulo de la Cinemateca de Cuba, inaugurada como parte de la Jornada de Nuevos Realizadores de ese año, 2012, una exposición que generó un grupo de comentarios y reseñas críticas que la ponderaron unánimemente. Polémica, nada complaciente, herética, aquella muestra reveló a un artista que guardaba en su repertorio una manera de decir muy propia y audaz.
   Ahora, Jaime Prendes aborda uno de sus temas favoritos, el cuerpo como metáfora del universo, el cuerpo como surtidor de signos, y utiliza las pulsiones del amor y la vida en contrapunteo con las de la muerte y la destrucción.
   Con fotos en blanco y negro que subrayan la potencia sígnica de los cuerpos de lo(a)s modelos y barruntando una interpretación de las pulsiones más poderosas de la existencia humana, el artista nos pone a pensar sobre un grupo de tópicos asociados al tema central de su propuesta. ¿Es hoy el cuerpo realmente la metáfora del mundo? ¿Eros y Thánatos están en la raíz de la vida moderna o esta con su aceleración posmoderna los ha dejado en la cuneta? ¿Hasta dónde las asimetrías del cuerpo humano nos reafirman su indiscutible belleza? Son algunas interrogantes, entre otras, sobre las que reflexionan las presentes imágenes.
   Esta muestra es una nueva prueba de cómo se ha producido la mutación de las visiones del cuerpo a lo largo del tiempo en nuestra fotografía. Ella es otra demostración de cómo los noventa del siglo anterior representaron el punto de inflexión hacia una actualización y modernización de las mismas.
   A partir de ese momento, la fotografía cubana del cuerpo (y la restante) entró de lleno en los cambios producidos por la posmodernidad. Así, se adentró en una deconstrucción ideológica de lo fotográfico, se apeló al pastiche posmodern, se adoptó la aplicación a la imagen de conceptos del diseño y se utilizó la ambivalencia de la imagen y del rol del cuerpo dentro de una iconografía en constante movimiento, con lo que se aceleraron los ritmos de apreciación de lo corporal; en fin, se actualizó la práctica artística a tono con los tiempos que corren.
   Lo racial, el erotismo, las referencias bíblicas, la seducción, la sexualidad, aparecen en las imágenes en que algunos aditamentos y recursos utilizados como decoración minimalista del escenario y los títulos escogidos tratan de llamar la atención del degustador.
   Una lectura de estas piezas tiene que ver con la expresividad de la piel, pues aprecio cómo en ellas la piel habla y el cuerpo desnudo intenta esbozar un lenguaje. Hay una brillantez en las pieles de lo(a)s modelos que reafirma los sentidos expresivos de las imágenes. Es un efecto sensorial, entre otros, inducido por el artista. Quizá este efecto se sobreponga a la puesta en escena de las imágenes, más logradas en unas que en otras.
   Lo que si queda claro, al menos para mi, es que toda la concepción de la serie ha estado gobernada por una comprensión cabal del tema que se aborda. Provocar una reflexión en el espectador es la intencionalidad mayor y, a mi juicio, la más lograda.
   Sirva esta segunda exposición personal de Jaime Prendes en La Habana para seguir la obra de un artista en crecimiento, un creador intranquilo, hereje, incómodo para algunos, pero un artista muy interesante.
Rafael Acosta de Arriba,
La Habana, octubre de 2014