jueves, 14 de febrero de 2019

Desde mi balcón habanero (8)

Increíble la belleza de los dibujos de Dios sobre el horizonte.
Cada día es un cuadro diferente.
Cada detalle de los trazos en las nubes, el sol, los matices de colores dorados en los atardeceres en este archipiélago del mar Caribe.
No puede pasar desapercibido ante mis ojos.
Tengo que detenerme frente a tanta belleza de la Madre Naturaleza, creación divina de un creador que muestra su poder a través de ella.
Esa tarde, a mano izquierda, al oeste, caía el ocaso.
A mano derecha, al este, el regalo de un arcoíris despedía un día más y un día menos de nuestra existencia sobre esta maravillosa tierra.
Tras el sencillo lente de un móvil dejaba eternizado este mágico momento para ser compartido con los fieles seguidores de Carapachibey, un blog donde como bien saben, la fotografía es la protagonista, gracias al eterno fotorreportero Evelio Medina Rodríguez, quien me enseñó a valorar ese instante fugaz que atrapa un momento que no volverá a repetirse y deja una huella en las vidas de millones de seres humanos.
Las fotos tienen su alma, su historia, sus sentimientos.
Para mí no fue una tarde más.
Es la tarde.
Cada una de ella diferente, inigualable.
Reflejos de una jornada que se nos va y no volverá, atrapada por el paso del imperdonable tiempo.
Amor, melancolía, tristezas, pero también alegrías y esperanzas, porque el día se va pero habrá otro más y con él otro atardecer para mí, para ti, para todos.


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