Hoy
retomo la publicación de mis artículos en Carapachibey, regalando un amplio
fotorreportaje tomado en una de las playas habaneras.
Playas
que vine a conocer años después de haber llegado a la capital cubana ya que el
tiempo era tan limitado por razones de trabajo, que hasta los sábados y
domingos la radio me ocupaba día y noche en su horarios al aire en vivo.
Para
los fieles seguidores del blog donde la fotografía es la protagonista no es
secreto que para este pinero la naturaleza es lo más importante en su vida, la
creación divina de Dios para que la belleza de la Madre Natura nos mantenga la
esperanza y el amor a pesar de los pesares de este estresante mundo de hoy.
Salir
de la ciudad y adentrarse en ella es un bálsamo para el alma y el espíritu, y
nada mejor que irse a la orilla del mar.
Sentir
la brisa fresca y escuchar el oleaje de las olas es una real bendición, porque
hay millones de seres humanos que no conocen ese placer por carecer de costas
en los sitios de la geografía que les tocó vivir.
Estas
imágenes son dignas de un poema, de estar en una galería, de haberla vivido
entre miradas, caricias, abrazos y besos de amor.
Miraba
al este y allí sobre el horizonte salía la luna en todo su esplendor y belleza.
Se
divisaba tras la naturaleza que me rodeaba.
Al
oeste, el ocaso, un atardecer como un dibujo hecho por el Gran Creador del
Universo.
En un
mismo momento mis ojos podían disfrutar ese momento mágico del día.
El
sol se retiraba con una belleza sin igual, jugando a los escondidos con las
nubes que le querían quitar el protagonismo del instante final del día, y al
otro extremo, la luna se nutría de su potente luz y energía.
Se
iba el día y daba paso a una noche iluminada para los enamorados.
No
contaba como antes con una cámara fotográfica profesional, pero desde mi
sencillo móvil y su lente de baja resolución, no podía dejar escapar para mi
blog cada detalle de ese instante.
Sin
duda alguna ustedes sabrán valorar cada foto de la playa de mis sueños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario