viernes, 14 de febrero de 2020

Toda mi vida, por amor

Carapachibey hoy 14 de febrero de 2020.
No podía dejar de escribir un artículo en el Día del amor.
Ese sentimiento que mueve al mundo.
Y precisamente por amor estoy de regreso a mi terruño natal, después de varios años dedicados en cuerpo y alma a la capital de Cuba, la maravillosa Habana.
El día 12 de enero di un adiós a una etapa de mi vida.
Dejaba atrás a seres de gran valía espiritual para mi vida.
También realización profesional y otros grandes proyectos personales.
Pero era necesario mi retorno a las raíces, a la otrora Isla de Pinos, a mi añorada Isla de la Juventud.
Aquí tengo, Dios mediante, a mis amados padres, esas personitas tan especiales en nuestra existencia.
A ellos debemos nuestros días y noches.
Mima y pipo, imprescindibles e insustituibles en mi alma.
Mis viejos ya con las huellas del paso del tiempo.
A su cuidado y compañía me entrego ahora.
Es quizás el placer más grande que pueda sentir cualquier ser humano.
Velar por quienes nos regalaron poder respirar, ver, escuchar, sentir, amar.
Este año cumpliré mis cincuenta años de edad, y como recta final de la existencia, Dios me iluminó y me dijo: Ese es tu lugar, tu sitio, su mejor realización personal, el cuidado de tus padres.
Y no dudé un segundo al tomar la decisión.
Era finales de año y coincidía con mi hermano aquí en la Isla.
Le dije: Uno de los dos tiene que volver y ocuparse y preocuparse desde aquí, y voy a ser yo.
No niego que el brusco cambio al inicio me llevó a un estrés extremo pero cuando vi que lo que hacía las 24 horas por ellos, era por amor, la opresión en el pecho cedió y ahora soy el hombre más feliz sobre la tierra.
Contarles un simple detalle.
Mis padres eran unos adolecentes cuando comenzaron su noviazgo.
Una historia de novela.
U día la contaré en mi blog.
Cuando mi madre cumplió sus quince años de edad, también celebró su boda con mi padre, aquí, en estos mágicos parajes de la geografía de mi país.
Y aún están juntos.
Mi resuelta decisión me premió también con la entrada a la radio pinera, a Caribe, donde me formé como locutor.
A diario entrego mi voz y cariño al pueblo que me vio nacer y crecer.
Atrás quedó Progreso y Rebelde, dos emisoras nacionales que me acogieron con amor.
Y con amor y por amor estoy y estaré.
Con amor para mis padres, para los que estuvieron, están y estarán.
Con amor sigo mi camino, mi vida.
Y en cada amanecer al ver salir el sol, doy gracias a Dios por permitirme guardar en mi corazón este sentimiento tan inmenso que hace grande y valioso a cada ser, el AMOR. 
 

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