martes, 11 de febrero de 2014

Mi abuela me enseñó a leer


Con copias de artículos referentes a la Feria Internacional del Libro en la Isla de la Juventud donde la fotografía del amigo que ya no está presente físicamente, Evelio Medina Rodríguez, nunca faltaron por esos días en el periódico Victoria.

    
   Sepan que curiosamente, a este mortal le inspiró e inculcó el sano hábito de la lectura, un ser extraordinario que no sabía leer ni escribir.
   Mi abuelita paterna, Mamá como cariñosamente todos la llamábamos, Josefa Caballero Hernández, al regresar de su trabajo de limpieza en los centros gastronómicos de la Isla, pasaba por un kiosco de prensa o por la librería de Gerona, y me traía todos los días un ejemplar donde bebía de ellos.
   Guardo en mi mente hasta hoy la cama llena de periódicos o libros infantiles que mi amada abuelita me traía.    
   Corría para el patio de tierra de mi casa allá en Sierra Caballos, me sentaba bajo una mata de mango o de cocos, y me ensimismaba en todo lo que cada palabra quería decirme.
   También recuerdo aún la librería de la ciudad, donde mis padres me llevaban siempre que íbamos “al pueblo” como le decíamos al centro de Nueva Gerona, la que estaba ubicada en la esquina de las calles 39 y 26, donde hoy tenemos un Banco Popular de Ahorros.
   Mi mente es privilegiada al hacerme recordar aquellos momentos, donde me costaba trabajo subir al piso de la entrada de la tienda de libros.
   Para los pineros les traigo a la mente también aquellas ferias con ventas de libros que se celebraban en el área de Los Caneyes, bajo grandes carpas hechas de troncos de madera y techo de guano, ¿recuerdan aquellos caneyes?, allí mis padres me compraron ejemplares que formaron parte de mis fantasías infantiles.
   Siempre lo digo públicamente, con orgullo, que fue a Mamá, mi abuelita, a quien debo hoy ser un locutor de la radio nacional cubana, a ella debo trabajo y mi alma siempre estará protegida por su bella acción y por lo que sembró sin saber que cultivaba mi futuro profesional.
   Y quién no sabe que Cuba es una gran fiesta del libro en los meses de febrero y marzo de cada año.
   La Feria Internacional del libro, que en las primeras ediciones solo era de La Habana, posteriormente se convirtió en un evento cultural para todas las regiones del país.
    ¿Qué cubano nunca ha ojeado un libro en su vida?, hasta el más acérrimo enemigo de la lectura estoy seguro ha llevado a sus manos un ejemplar ya sea para ver sus ilustraciones o leer alguna aventura o historieta.
 En Cuba siempre ha existido literatura de todos los géneros, ya sean novelas, biografías, históricos, de aventuras, infantiles, juveniles, científico técnicos, policiacos, de historietas, para colorear…
    Por supuesto, hablo de libros de entretenimiento porque los llamados “de texto”, esos tampoco han faltado para la superación intelectual en las escuelas.
   Leer es un enriquecimiento espiritual que nos lleva a recorrer un mundo imaginario, a conocer personajes que se hacen amigos imprescindibles en nuestras vidas, a conocer sitios reales o fantásticos, a mezclarnos en una aventura peligrosa o a conocer un romance que nos hace suspirar o hasta llorar.
   Tener siempre un libro cerca de nosotros, nos hará liberar el estrés diario y eso se los puedo asegurar, porque he experimentado el placer del relajamiento que me brinda sumergirme en la lectura.
    No solo es tenerlo bajo la almohada o para buscarlo en el momento de un largo viaje, sino también para tomarlo como a un amigo y llevárselo al banco de un parque, a la orilla del mar, a uno de esos frondosos bosques que tenemos en este hermoso archipiélago, y sentarnos con él bajo la sombra de un árbol para así compartir juntos un camino interminable sin necesidad de movernos del sitio escogido.
   De niño y adolescente tuve en mis manos cientos de libros que me acompañaron en ocasiones en la más absoluta soledad y me enseñaron a crecer espiritual e intelectualmente, me educaron y me prepararon para enfrentar un futuro que hoy es una enriquecedora realidad.
   Mi consejo es retomar el hábito de leer, ese que se ha perdido por buscar la televisión, el entretenimiento en los videos, la computación con sus juegos, el móvil, en fin, no existe nada más placentero que sentir el olor de un libro, ese que no consume energía, lo puedes llevar a cualquier sitio contigo y te hará conocer lo que quieras, porque tendrás para escoger. 
   La invitación está hecha, busca la lectura y no te defraudará ese amigo para todos los momentos de nuestras vidas. 
 Con mi bella viejuca, mi inolvidable abuelita paterna, María Josefa Caballero Hernández, ese ser que no supo de letras escritas pero me hizo apreciar la importancia de ellas  
        Ramón Leyva Morales


   En la sala de la casa de Evelio Medina, leyendo el periódico Victoria, centro al que dedicó sus últimos años de entrega profesional 

La lectura siempre fue inspiración para continuar la superación no solo profesional, sino autodidacta, tan necesaria como los estudios universitarios

Frente a los micrófonos de la CMBY caribeña, la Radio Caribe de la Isla de la Juventud

   Mil disculpas por esta atrevida foto pero la misma tiene un mensaje claro en este artículo y es que debo confesarles que disfruto sentarme en la tasa del baño a leer la prensa del día, es un hábito que tengo hace muchos años, ¿cuántos de ustedes no lo hacen también?