Estas imágenes del lente de Evelio
Medina Rodríguez corresponden al poblado de Cocodrilo, otrora Jacksonville, uno de los sitos más hermosos de la paisajística sureña de la Isla de la
Juventud.
Algunas de ellas fueron publicadas en el
periódico Victoria y otras hechas afiches alegóricos al territorio pinero.
Un regalo visual para los seguidores de
Carapachibey, el blog donde la fotografía es la protagonista.
Con el sello artístico del lente de
Evelio y la belleza
del paisaje de este paraje del sur pinero
También la mano del artista que se dedica a
esculpir la piedra que nos caracteriza, el mármol gris, en esta zona de la ínsula
caribeña
Típica construcción del primer asentamiento de
la entonces Isla de Pinos
Los carretones son uno de los medios de
trasporte de los habitantes de esta campestre zona de la Isla
Poblado de Cocodrilo, una zona donde la
naturaleza nos engalanó con sus bondades
El lente de Evelio siempre estuvo
presente para ir dejando constancia gráfica de este hermoso poblado
costero y los cambios
sociales que ha recibido
La costa sur pinera bañada por las
aguas del Mar Caribe
En el poblado existe un centro para la
reproducción de las tortugas, reconocido por
organismos vinculados al Medio Ambiente a nivel internacional
Abajo, datos
tomados de Ecured:
Poblado Cocodrilo. Ubicado
al sur de la Isla de la Juventud, con una población de
alrededor de 400 habitantes. Cuenta con una abundante flora y fauna salvaje.
Corría el
año de 1902 cuando
el joven caimanero Modrill Jackson, quien se ganaba
la vida extrayéndole riquezas al Mar Caribe
entre las Islas
Caimán y el sur de Cuba, arriba a la costa meridional de la entonces Isla
de Pinos, con la convicción de que “vine para quedarme”.
Ya con
anterioridad había visitado el lugar como parte de sus pesquerías y
utilizándolo para el descanso y la carena.
Evidentemente,
el paisaje del lugar debe haberle causado una grata impresión. Allí decidió
hincar los horcones de su primera vivienda con ínfulas de asentarse y crear
familia.
Su ejemplo
fue seguido por otros paisanos atraídos por las historias contadas en los
descansos y los atardeceres fatigosos, acerca de las bondades del lugar: la
buena pesca y la tranquilidad.
La costa
acantilada se eleva hasta los 4 metros sobre el nivel del mar, interrumpida por
pequeñas ensenadas, recuerdos de antiguas cavernas marinas colapsadas y que en
lo profundo de sus bolsones, presentan acumulaciones de arena, verdaderas
playas en miniatura.
Además, sus
aguas cristalinas provocan la ilusión de que el lecho, cubierto aquí y allá de
corales multiformes, se encuentra cercano cuando en realidad la profundidad
sobrepasa los 4 metros.
En los
tramos carentes de seboruco, las playas magníficas, de finísima arena blanca,
se extienden infinitamente.
Es el sitio
preferido por las tortugas para depositar sus huevecillos. Encima de los
farallones, la vegetación arbustiva se implanta sobre el diente de perro muy
agresivo por lo inhóspito del lugar.
La
comunidad de Jacksonville se creó con pobladores procedentes
esencialmente, de las Islas
Caimán, quienes trajeron sus costumbres y su folclore. Aún es frecuente
escuchar el idioma inglés como lengua de comunicación entre los más viejos.
La
incomunicación del lugar con respecto al resto de la geografía pinera se hacía
notar tan pronto como alguien enfermaba, o se producía un accidente y también,
cuando la muerte visitaba un hogar. Poco a poco se había abierto un angosto
trillo a fuerza de romper maleza, que serpenteaba a lo largo de casi 60 km por
dentro del monte hasta llegar a La Pasadita, hoy Cayo Piedra, verdadero puente rocoso
natural que al dividir la Ciénaga de Lanier, conecta el Sur con el Norte de
la isla. Todavía se habrían de recorrer otras decenas de kilómetros más para
llegar al poblado de Santa Fe.
Preferían
entonces, la comunicación por mar, esto es, navegar a lo largo de la costa
hacia el occidente, e ir bordeando el litoral hasta llegar a Nueva Gerona, capital municipal.
La
actividad económica fundamental era la pesca, la caza, algo de agricultura así
como la práctica del comercio de rescate, remanente de la época de la piratería
que se enseñoreó por estos parajes.
Una de las
primeras obras que realizó la Revolución en la zona fue la construcción de un
pedraplén, cuyo trazado mejoró sustancialmente la caótica situación en cuanto a
comunicaciones y transporte de los pobladores de Cocodrilo, así como de todos
aquellos que de manera dispersa, vivan en la zona.
En la
actualidad viven en el poblado poco menos de 400 habitantes quienes gozan del
privilegio de tener electricidad las 24 horas del día gracias a la donación de
una planta eléctrica por una ONG extranjera. Cuenta con servicios de salud,
educación y biblioteca. La escuela primaria está vinculada a un programa de
la UNESCO para
el desarrollo sostenible y la educación ambiental, el cual se revierte en la
participación de alumnos en concursos y acceso a literatura actualizada sobre
el tema.
Muy cerca
del poblado se encuentran las instalaciones del centro de recría de tortugas,
centro de reconocido prestigio en el área caribeña por la labor que desempeña
en cuanto a salvar las nidadas de huevos de quelonios, su incubación y
eclosión, así como el mantenimiento de las crías hasta que tengan el peso y la
talla requeridos para ser devueltas al océano.
Unos
kilómetros antes de llegar al poblado, en la zona conocida por Cayo Potrero, se ha construido un
criadero para el cocodrilo cubano (Crocodylus rhombifer) cuyo objetivo inicial
fue salvarlo de la extinción; gracias a las prácticas proteccionistas, su
población se ha logrado recuperar.
El viaje a
Cocodrilo es muy pintoresco, sobre todo una vez que se va adentrando en sur,
extensa llanura de origen cársico caracterizada por la presencia de casimbas y
un espesor ínfimo de suelo donde difícilmente hincan sus raíces árboles de gran
porte.
Con
frecuencia, la carretera es cruzada por venados, iguanas, cerdos y jabalíes
salvajes asustados por la presencia del hombre, o puede estar cubierta por
miríadas de cangrejos terrestres que salen al atardecer o ante el fragor de la
tronadera que acompaña los aguaceros veraniegos.