Te miro desde la
altura, desde donde mejores vistas se distinguen, y hace disminuir tus heridas
y grietas.
Ciudad en
apariencias, con sitios deslumbrantes de bellezas renovadas y de paredes
derrumbadas llenas de escombros y melancolía.
A tus casi 500
años de fundada se reduce el glamur en viviendas grises, despintadas, con vidas
sin esperanzas y sueños sin cumplir.
Te admiro por
tu arquitectura sin igual y te amo por haberme acogido como a un hijo más.
Te sufro al
verte morir por pedazos y me alegra al ver aires de reconstrucción en la zona
más antigua de la otrora Villa.
Irás perdiendo y
ganando.
Tus habitantes
y visitantes te regalamos parte de nuestros días y noches.
Nos acurrucamos
en tus rincones y te disfrutamos a pesar de los sufrimientos y alegrías.
Habana, te miro
desde la altura y regalo tus vistas en mi blog para dejar constancia gráfica de
tu vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario