Continúo regalando
estas imágenes de la tierra caliente, de la cautivante provincia que tiene fama
mundial, entre otras cosas, por sus constantes movimientos de tierra.
Santiago de Cuba se dibuja de colores, de
renovación tras el huracán Sandy que la emparentó con mi terruño pinero, cuna
de los ciclones tropicales en esta zona del Mar Caribe.
Ciudad que atrapa y no te suelta, que te
incita a caminarla una y otra vez aunque el sol abrazador te castigue la piel y
la vista tras la ropa y las gafas oscuras.
Santiago se mueve, pero con una elegancia
que te seduce, que te enamora, y así quedé yo de esa zona oriental.
Otro fotorreportaje en Carapachibey para añorarla en
imágenes para los que la conocieron y hoy están lejos de ella.