miércoles, 8 de noviembre de 2017

Cuba, La Habana en fotos (73)

Uno de los símbolos de La Habana, la capital de Cuba, lo es sin duda alguna El Templete.
En el año 1515 se celebró en ese sitio la primera misa y cabildo, debajo de una frondosa ceiba.
Carapachibey les regala estas imágenes de la reconstrucción capital de ese sagrado lugar de la otrora Villa de San Cristóbal de La Habana.
Se renueva el sitio y se garantiza la bella tradición.
  Con estas fotos guardamos la Memoria histórica del Templete.
Los dejo con el texto íntegro de lo que nos dice el sitio Ecured.
El Templete.
Pequeño templo grecorromano erigido en 1828, cuya construcción se debe al coronel don Antonio María de la Torre y Cárdenas, bajo los auspicios del capitán general y gobernador Francisco Dionisio Vives y el obispo de La Habana Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa. Ubicado actualmente en Baratillo e/ O'Reilly y Enna, Plaza de Armas, La Habana Vieja. Esta edificación de marcado carácter histórico se encuentra en el Centro Histórico de La Habana Vieja declarado Patrimonio de la Humanidad desde el año 1982. La primera misa se ofició debajo de una ceiba parecida a la que existe en la actualidad frente al edificio; dentro de la capilla cuelgan varios cuadros que representan el acontecimiento.
Las obras culminaron con su inauguración el 19 de marzo de 1828, en homenaje a la reina Josefa Amalia, esposa de Fernando VII. En su interior se colocaron tres grandes lienzos, que representan una advocación a la primera misa, el primer cabildo, y un lienzo central –pintado con posterioridad- donde aparece una escenificación del acto de bendición del lugar y la misa del obispo de Espada, en presencia del Capitán General, la aristocracia y altos funcionarios del gobierno colonial, realizados por el pintor francés Jean Baptiste Vermay.
El Templete resulta entre los símbolos de la ciudad, una de las más hermosas y antiguas tradiciones de la isla, la determinación del área que ocupó en principio la Plaza y Villa de San Cristóbal de La Habana desde su fundación en la costa norte en 1519. La misma quedó perpetuada primero por la ceiba conmemorativa, luego por la piedra en la Columna Cagigal (1754), y más tarde con el templete neoclásico y sus lienzos interiores (1828). Tales monumentos atestiguan que en este lugar -o muy próximo a él– fue el escenario de la primera misa y sesión del cabildo, celebrados bajo el frondoso árbol. En 1754, en memoria de aquella primera misa, el gobernador de la Isla, Francisco Cagigal hizo erigir una columna conmemorativa. Según el historiador Emeterio Santovenia: ¨La iniciativa de aquel gobernante estuvo fija en el porvenir¨. ¨Gracias a ella pasó a la posteridad una versión que, de otra manera, pudo experimentar transformaciones o extinguirse por obra del tiempo¨. Dicha columna consta de tres caras, que representan la división territorial en tres provincias de la colonia. En lo alto lucía una imagen de la virgen del Pilar. En ella estaban inscritos dos textos, uno en latín y otro en castellano antiguo. Este último decía: Fundóse la villa (hoy ciudad) de La Habana el año de 1515, y al mudarse de su primitivo asiento a la ribera de este puerto el de 1519, es tradición que en este sitio se halló una frondosa ceiba bajo de la cual se celebró la primera misa y cabildo: permaneció hasta el de 1753 que se esterilizó. Y para perpetuar la memoria, gobernando las Españas nuestro católico Monarca el señor Dn. Fernando VI, mandó erigir este padrón el señor Mariscal de Campo Dn. Francisco Cagigal de la Vega, del orden de Santiago, Gobernador y Capitán General de esta Isla, siendo Procurador General Doctor Dn. Manuel Phelipe de Arango. La inscripción latina fue sustituida en 1903, al restaurarse la columna, por otra cuyo texto es una versión del antiguo. La hizo el doctor Juan M. Dihigo, a la sazón profesor de latín de la Universidad de La Habana y reza: Detén el paso, caminante; adorna este sitio un árbol, una ceiba frondosa, más bien diré signo memorable de la prudencia y antigua religión de la joven ciudad (…). Fue tenida por primera vez la reunión de los prudentes concejales hace ya más de dos siglos: era conservado por una tradición perpetua; sin embargo cedió al tiempo. Mira, pues, y no perezca en lo porvenir la fe habanera. Verás una imagen hecha hoy en la piedra, es decir, el último de noviembre de 1754. En 1827, ante el deterioro que sufría la columna conmemorativa, que se encontraba rodeada de casillas y timbiriches, el gobernador y capitán de la Isla, don Francisco Dionisio Vives y Planes, Conde de Cuba, decidió restaurarla y levantar además un monumento mayor. Para lo cual, en sesión de 15 de junio de 1827, el ayuntamiento habanero acordó la recuperación de la columna y sus alrededores. En el mismo año comenzó la construcción del monumento, que recibió el nombre de Templete. Vives ordenó a Antonio María de la Torre y Cárdenas, su secretario político, que se ocupase de todo lo concerniente a los planos y trabajos necesarios, en lo que contó con la colaboración de José Rodríguez Cabrera, regidor del ayuntamiento. La columna se colocó sobre cuatro gradas circulares de piedra y se sustituyó la imagen de la virgen del Pilar que la remataba por otra dorada a fuego, de una vara de alto. Con motivo de la construcción del Templete, el obispo Juan José Díaz de Espada hizo erigir a sus expensas, muy cerca del edificio, un busto en mármol, con su pedestal, del primer Gobernador de La Habana, el adelantado, conquistador y explorador Hernando de Soto, una obra de 1827 de autor desconocido y pobre ejecución que aún se conserva. Dentro del recinto cerrado por las verjas que circundan el Templete quedaron incluidos ese busto, la ceiba y la columna de Cagigal. Es una de las obras que mayor influencia ha ejercido en el desarrollo de la arquitectura cubana. A su destacada presencia en la Plaza de Armas se debe en mucho la evolución que tuvo lugar en el siglo XIX de las formas del llamado “barroco cubano” hacia aquellas vinculadas al neoclasicismo, las que alcanzaron su auge en las quintas suburbanas del Cerro y Marianao. Es un caso singular de construcción conmemorativa concebida como edificio y no como simple monumento. Erigido en sólo cuatro meses, posee una doble función: señalar el sitio donde, según la tradición, se celebraron la primera misa y el primer cabildo de la naciente villa, en 1519, y, a la vez, servir de marco físico para el despliegue de tres obras del pintor francés Jean Baptiste Vermay, una que representa la misa, otra el cabildo y la tercera, que ocupa la pared central y fuera colocada más tarde, la inauguración del monumento el 19 de marzo de 1828. La construcción, concebida inicialmente para también homenajear a la reina Josefa Amalia de Sajonia, adquirió con el tiempo otra función: guardar las cenizas del pintor Vermay -establecido en La Habana en 1816, donde fundó la Academia de Pintura San Alejandro- y las de su esposa, que se conservan en una urna de mármol ubicada en el centro del salón.




Características arquitectónicas

El Templete es el más pequeño y menos vistoso de los edificios que rodean la Plaza de Armas. Es, sin embargo, la primera obra civil de carácter notoriamente neoclásico con que contó La Habana. Una lápida da cuenta de su inauguración: Reinando el señor don Fernando VII, siendo presidente y gobernador don Francisco Dionisio Vives, la fidelísima Habana, religiosa y pacífica, erigió este sencillo monumento decorando el sitio donde el año de 1519 se celebró la primera misa y cabildo. El obispo don Juan José Díaz de Espada solemnizó el mismo augusto sacrificio el día diez y nueve de marzo de mil ochocientos veinte y ocho. La elegante sencillez y acertadas proporciones otorgan un carácter monumental a su fachada, compuesta por un pórtico de columnas dóricas que sostiene un friso decorado y un potente frontón en cuyo centro se ubica una inscripción conmemorativa de la inauguración. La fachada retirada presenta pilastras con capiteles dóricos en correspondencia con las columnas del portal; su techo es plano, con una amplia cornisa. El edificio está elevado sobre una grada perimetral de tres peldaños de piedra de Jaimanitas. Los pisos interiores son de mármol. Elementos valiosos del conjunto son también la cerca de lanzas de hierro terminadas en puntas de bronce, con pilares rematados por copas con piñas, lo que introduce un toque tropical en la concepción neoclásica; la columna de presencia barroca y la ceiba, árbol bajo el cual la tradición sitúa la celebración de los hechos que se conmemoran. Entre 1755 y 1757 tres ceibas se sembraron en lugar de la ceiba primigenia. De ellas, dos se secaron al poco tiempo y la tercera sobrevivió hasta 1827, cuando fue necesario removerla para facilitar la construcción de El Templete. Tres nuevas ceibas se sembraron al año siguiente y de ellas solo arraigó una que, al parecer, duró hasta 1959, en que volvió a plantarse la que se mantuvo hasta la actualidad. Este árbol fue retirado en la mañana del 9 de febrero de 2016 por una brigada de la empresa constructora Puerto Carenas, de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, porque mostraba señales de deterioro debido al comején. Dos ceibas más se habían plantado en 1873 y murieron diez años más tarde. La nueva ceiba, que desde el 15 de marzo de 2016 se erige en El Templete de la capital cubana, creció en Las Terrazas, Artemisa. El Doctor Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad, quien lideró y se interesó por todo el proceso de sustitución del árbol, estuvo presente durante este acontecimiento, junto a pobladores y visitantes.
 

Inauguración de El Templete en La Habana

El 19 de marzo de 1828 Este pequeño monumento dórico se construyó en el lugar donde la tradición cuenta que se había celebrado la primera misa y el primer cabildo de San Cristóbal de La Habana. Fue decorado interiormente con tres murales del pintor francés Juan Bautista Vermay, quien fuera fundador de la Escuela de San Alejandro.

Tradiciones
Según la leyenda, girar alrededor de ese árbol sagrado en la tradición Yoruba, tocarlo, abrazarlo y hasta besarlo atrae la prosperidad. A juicio de estudiosos es una de las más arraigadas tradiciones habaneras "por el marcado sincretismo impuesto tras el encuentro entre las culturas españolas y africanas".
Cada 15 de noviembre, hacia la medianoche, los habaneros van al Templete para festejar un nuevo aniversario de la fundación de la ciudad. Al llegar al Templete, dan tres vueltas a la ceiba y piden un deseo.
En este mismo lugar el 16 de noviembre de 1519 los colonizadores españoles crearon la quinta villa de las nacidas en tiempos de Diego Velázquez.




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