Uno de los
símbolos de La Habana, la capital de Cuba, lo es sin duda alguna El Templete.
En el año 1515
se celebró en ese sitio la primera misa y cabildo, debajo de una frondosa
ceiba.
Carapachibey
les regala estas imágenes de la reconstrucción capital de ese sagrado lugar de
la otrora Villa de San Cristóbal de La Habana.
Se renueva el
sitio y se garantiza la bella tradición.
Con estas fotos guardamos la Memoria
histórica del Templete.
Los dejo con el
texto íntegro de lo que nos dice el sitio Ecured.
El Templete.
Pequeño templo grecorromano erigido en 1828, cuya construcción
se debe al coronel don Antonio María de la Torre y Cárdenas, bajo los auspicios
del capitán general y gobernador Francisco Dionisio Vives y el obispo de La Habana Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa. Ubicado actualmente
en Baratillo e/ O'Reilly y Enna, Plaza de Armas, La Habana Vieja. Esta edificación de
marcado carácter histórico se encuentra en el Centro Histórico de La Habana
Vieja declarado Patrimonio
de la Humanidad
desde el año 1982. La primera misa se
ofició debajo de una ceiba parecida a la que existe en la actualidad frente al
edificio; dentro de la capilla cuelgan varios cuadros que representan el
acontecimiento.
Las obras culminaron con su inauguración el 19 de marzo de 1828, en homenaje a la
reina Josefa Amalia, esposa de Fernando VII. En su interior se
colocaron tres grandes lienzos, que representan una advocación a la primera misa, el primer cabildo,
y un lienzo central –pintado con posterioridad- donde aparece una
escenificación del acto de bendición del lugar y la misa del obispo de Espada,
en presencia del Capitán General, la aristocracia y altos funcionarios del
gobierno colonial, realizados por el pintor francés Jean Baptiste Vermay.
El Templete resulta entre los símbolos de la
ciudad, una de las más hermosas y antiguas tradiciones de la isla, la
determinación del área que ocupó en principio la Plaza y Villa de San Cristóbal de La Habana desde su fundación
en la costa norte en 1519. La misma quedó
perpetuada primero por la ceiba conmemorativa, luego por la piedra en la
Columna Cagigal (1754), y más tarde con el
templete neoclásico y sus lienzos interiores (1828). Tales monumentos
atestiguan que en este lugar -o muy próximo a él– fue el escenario de la
primera misa y sesión del cabildo, celebrados bajo el frondoso árbol. En 1754,
en memoria de aquella primera misa, el gobernador de la Isla, Francisco Cagigal hizo erigir una
columna conmemorativa. Según el historiador Emeterio Santovenia: ¨La iniciativa de
aquel gobernante estuvo fija en el porvenir¨. ¨Gracias a ella pasó a la
posteridad una versión que, de otra manera, pudo experimentar transformaciones
o extinguirse por obra del tiempo¨. Dicha columna consta de tres caras, que
representan la división territorial en tres provincias de la colonia. En lo
alto lucía una imagen de la virgen del Pilar. En ella estaban inscritos dos
textos, uno en latín y otro en castellano antiguo. Este último decía: Fundóse la villa (hoy ciudad) de La Habana
el año de 1515, y al mudarse de su primitivo asiento a la ribera de este puerto
el de 1519, es tradición que en este sitio se halló una frondosa ceiba bajo de
la cual se celebró la primera misa y cabildo: permaneció hasta el de 1753 que
se esterilizó. Y para perpetuar la memoria, gobernando las Españas nuestro
católico Monarca el señor Dn. Fernando VI, mandó erigir este padrón el señor
Mariscal de Campo Dn. Francisco Cagigal de la Vega, del orden de Santiago,
Gobernador y Capitán General de esta Isla, siendo Procurador General Doctor Dn.
Manuel Phelipe de Arango. La inscripción latina fue sustituida en 1903, al restaurarse la
columna, por otra cuyo texto es una versión del antiguo. La hizo el doctor Juan
M. Dihigo, a la sazón profesor de latín de la Universidad de La Habana y reza: Detén el paso, caminante; adorna este sitio
un árbol, una ceiba frondosa, más bien diré signo memorable de la prudencia y
antigua religión de la joven ciudad (…). Fue tenida por primera vez la reunión
de los prudentes concejales hace ya más de dos siglos: era conservado por una
tradición perpetua; sin embargo cedió al tiempo. Mira, pues, y no perezca en lo
porvenir la fe habanera. Verás una imagen hecha hoy en la piedra, es decir, el
último de noviembre de 1754. En 1827, ante el deterioro
que sufría la columna conmemorativa, que se encontraba rodeada de casillas y
timbiriches, el gobernador y capitán de la Isla, don Francisco Dionisio Vives y
Planes, Conde de Cuba, decidió restaurarla y levantar además un monumento
mayor. Para lo cual, en sesión de 15 de junio de 1827, el
ayuntamiento habanero acordó la recuperación de la columna y sus alrededores. En
el mismo año comenzó la construcción del monumento, que recibió el nombre de
Templete. Vives ordenó a Antonio María de la Torre y Cárdenas, su secretario
político, que se ocupase de todo lo concerniente a los planos y trabajos
necesarios, en lo que contó con la colaboración de José Rodríguez Cabrera,
regidor del ayuntamiento. La columna se colocó sobre cuatro gradas circulares
de piedra y se sustituyó la imagen de la virgen del Pilar que la remataba por
otra dorada a fuego, de una vara de alto. Con motivo de la construcción del
Templete, el obispo Juan
José Díaz de Espada
hizo erigir a sus expensas, muy cerca del edificio, un busto en mármol, con su
pedestal, del primer Gobernador de La Habana, el adelantado, conquistador y
explorador Hernando de Soto, una obra de 1827 de
autor desconocido y pobre ejecución que aún se conserva. Dentro del recinto
cerrado por las verjas que circundan el Templete quedaron incluidos ese busto,
la ceiba y la columna de Cagigal. Es una de las obras que mayor influencia ha
ejercido en el desarrollo de la arquitectura cubana. A su destacada presencia
en la Plaza de Armas se debe en mucho la
evolución que tuvo lugar en el siglo XIX de las formas del
llamado “barroco cubano” hacia aquellas vinculadas al neoclasicismo, las que
alcanzaron su auge en las quintas suburbanas del Cerro y Marianao. Es un caso singular de construcción
conmemorativa concebida como edificio y no como simple monumento. Erigido en
sólo cuatro meses, posee una doble función: señalar el sitio donde, según la
tradición, se celebraron la primera misa y el primer cabildo de la naciente
villa, en 1519, y, a la vez, servir de marco físico para el despliegue de tres
obras del pintor francés Jean Baptiste Vermay, una que representa la misa, otra
el cabildo y la tercera, que ocupa la pared central y fuera colocada más tarde,
la inauguración del monumento el 19 de marzo de 1828. La construcción,
concebida inicialmente para también homenajear a la reina Josefa Amalia de Sajonia,
adquirió con el tiempo otra función: guardar las cenizas del pintor Vermay
-establecido en La Habana en 1816, donde fundó la Academia de Pintura San Alejandro- y las de su esposa,
que se conservan en una urna de mármol ubicada en el centro del salón.
Características arquitectónicas
El Templete es el más pequeño y menos vistoso
de los edificios que rodean la Plaza de Armas. Es, sin embargo, la primera obra civil de
carácter notoriamente neoclásico con que contó La Habana. Una lápida da
cuenta de su inauguración: Reinando el
señor don Fernando VII, siendo presidente y gobernador don Francisco Dionisio
Vives, la fidelísima Habana, religiosa y pacífica, erigió este sencillo
monumento decorando el sitio donde el año de 1519 se celebró la primera misa y
cabildo. El obispo don Juan José Díaz de Espada solemnizó el mismo augusto
sacrificio el día diez y nueve de marzo de mil ochocientos veinte y ocho. La
elegante sencillez y acertadas proporciones otorgan un carácter monumental a su
fachada, compuesta por un pórtico de columnas dóricas que sostiene un friso
decorado y un potente frontón en cuyo centro se ubica una inscripción
conmemorativa de la inauguración. La fachada retirada presenta pilastras con
capiteles dóricos en correspondencia con las columnas del portal; su techo es
plano, con una amplia cornisa. El edificio está elevado sobre una grada
perimetral de tres peldaños de piedra de Jaimanitas. Los pisos
interiores son de mármol. Elementos valiosos
del conjunto son también la cerca de lanzas de hierro terminadas en puntas de
bronce, con pilares rematados por copas con piñas, lo que introduce un toque
tropical en la concepción neoclásica; la columna de presencia barroca y la
ceiba, árbol bajo el cual la tradición sitúa la celebración de los hechos que
se conmemoran. Entre 1755 y 1757 tres ceibas se sembraron en lugar de la
ceiba primigenia. De ellas, dos se secaron al poco tiempo y la tercera
sobrevivió hasta 1827, cuando fue
necesario removerla para facilitar la construcción de El Templete. Tres nuevas
ceibas se sembraron al año siguiente y de ellas solo arraigó una que, al
parecer, duró hasta 1959, en que volvió a
plantarse la que se mantuvo hasta la actualidad. Este árbol fue retirado en la
mañana del 9 de
febrero
de 2016 por una brigada de
la empresa constructora Puerto Carenas, de la Oficina
del Historiador de la Ciudad de La Habana, porque mostraba señales de deterioro
debido al comején. Dos ceibas más se habían plantado en 1873 y murieron diez años más tarde. La nueva
ceiba, que desde el 15 de marzo de 2016 se erige en El Templete de la
capital cubana, creció en Las Terrazas, Artemisa. El Doctor Eusebio
Leal Spengler,
Historiador de la Ciudad, quien lideró y se interesó por todo el proceso de
sustitución del árbol, estuvo presente durante este acontecimiento, junto a
pobladores y visitantes.
Inauguración de El Templete en La Habana
El 19 de marzo de 1828 Este pequeño monumento dórico se construyó en el lugar
donde la tradición cuenta que se había celebrado la primera misa y el primer
cabildo de San Cristóbal de La Habana. Fue decorado interiormente con tres murales del pintor
francés Juan Bautista Vermay, quien fuera fundador de la Escuela de San
Alejandro.
Tradiciones
Según la leyenda, girar alrededor de ese
árbol sagrado en la tradición Yoruba, tocarlo, abrazarlo
y hasta besarlo atrae la prosperidad. A juicio de estudiosos es una de las más
arraigadas tradiciones habaneras "por el marcado sincretismo impuesto tras
el encuentro entre las culturas españolas y africanas".
Cada 15 de noviembre, hacia la
medianoche, los habaneros van al Templete para festejar un nuevo aniversario de
la fundación de la ciudad. Al llegar al Templete, dan tres vueltas a la ceiba y
piden un deseo.
En este mismo lugar el 16 de noviembre de 1519 los colonizadores
españoles crearon la quinta villa de las nacidas en tiempos de Diego Velázquez.
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