La unión
familiar siempre ha caracterizado a los habitantes de los campos cubanos.
Mi familia
materna es un vivo ejemplo de ello.
Estas valiosas
fotos fueron captadas a finales de 2009.
Entre montes,
animales de cría, y la paz espiritual que envuelve a los habitantes de la
campiña de mi país.
La familia
reunida preparando unos ricos tamales cocinados en los fogones de leña
característicos en los campos de mi bella Cuba.
Memoria
histórica tras el lente.
Fotos que
quedan para los mejores recuerdos de la familia.
Finales de 2009
e inicios de 2010.
Zona campo en
el municipio de Puerto Padre de la provincia de Las Tunas en el oriente cubano.
Sitio de la
geografía insular donde aún vive toda la familia de mi madre.
Ellos decidieron
echar raíces entre el monte.
Mi madre con
solo 14 años de edad se fue con mi padre para la Isla de Pinos y en ese terruño
nacimos mi hermano y yo e hicimos parte de nuestra historia.
Gracias a la
cámara de Evelio Medina Rodríguez pude captar la vida misma de mi familia
materna en este viaje que no he podido realizar por lógicas razones.
Al regresar a
la Isla ya Evelito no estaba.
Ese viaje fue
el motivo para que yo no estuviese presente en su dolorosa partida.
Dijo adiós y
dejó su legado.
A él mi eterno
cariño y amor.
También a mis
abuelos los cuales están en estas fotos y ya partieron a la eternidad.
El valor de una
foto se acrecienta con el pasar del tiempo.
Por eso decidí
la creación de Carapachibey, este blog donde la fotografía es la protagonista y
el cual los tiene a ustedes como fieles seguidores.
Típico plato
que aún se prepara lo mismo en el oriente del país como se vende por las calles
de La Habana.
Unos ricos
tamales.
Mi madre, mi
tía Marthica y uno de mis primos.
Mi abuela
Chicha.
Mi madre perdió
a su mamita cuando ella tenía tres años de edad y la crió esta personita la
cual llamamos todos cariñosamente Chicha.
También partió
de este mundo y durante muchos años a través de las frecuencias de Radio
Progreso, La Onda de la Alegría, tuve la dicha de enviarle saludos y besos.
Allá me
escuchaba en ese viejo radiecito el cual estaba en una de las esquinas de su
humilde casita.
Su nieto con
gran sano orgullo mencionaba su nombre para alegría de ella.
Sin mucho
protocolo.
Sentados en el
suelo y con el plato en las manos.
Así se disfruta
también la comida en la humildad y la sencillez de mi familia materna.
Mi abuelo Mero
echándole la sobra de la comida a la cría de patos que tenía en el patio de su
casita.
Ya mi amado
abuelito partió y la vieja casita tampoco existe.
Donde nació mi
madre es ya parte de los recuerdos.
Gracias a
Evelio puedo mostrar esta crónica de vida donde la fotografía es de gran valor
espiritual y testimonial.
Mi abuelo Mero
junto a mi madre María Morales Reyes.
Momentos que
quedaron eternizados tras el lente de la cámara y los cuales ya no volverán.
Este bloguero
junto a su abuelito.
La vida pasa
muy rápido, tan de prisa que apenas nos damos cuenta que no somos eternos y hay
que saber vivir cada minuto que Dios nos regala sobre la tierra.
Amar es la
palabra de orden y la unión familiar tiene que ser parte de nuestros días y
noches.
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