Rodeados de un
ambiente campestre, natural, ha vivido por años mi familia materna.
En esta serie
usted podrá conocer a través de sencillas crónicas de vida, y de la fotografía
como protagonista, la belleza y paz espiritual de la existencia humana en
algunos sitios de la geografía del oriente cubano.
Momentos que
marcaron un antes y un después.
Se recuerda con
cariño y gran nostalgia.
Mucha tristeza
ya que nunca más podré ver a mis abuelos maternos.
Fue un viaje
relámpago, de esos que no se planifican y que el destino lo tiene escrito para
enriquecer el espíritu y el alma.
Finales de
2009.
Llegué el día
de los inocentes, el 28.
Nadie me
esperaba, una real sorpresa.
En estas
imágenes captadas gracias a la cámara de Evelio Medina Rodríguez, me
permitieron guardar parte de la Memoria histórica de mi familia.
De esas
personitas humildes que vivieron siempre en lo más intrincado de los montes de
Puerto Padre, en la oriental provincia de Las Tunas.
En uno de
aquellos inolvidables días, uno de mis primos se apareció en la casa de los
abuelos, en su carreta de bueyes, cargada de maíz, y se hizo un almuerzo como
solo se pueden disfrutar en la campiña cubana.
Lo mismo
sentados en un taburete, que en el suelo.
Cocinados con
leña seca, en pleno patio.
De niño iba
mucho a ver a mi familia.
La vida se
complica, comienzan los estudios superiores, después el trabajo, y al llegar el
Período Especial la cosa se complicó con los pasajes, las carencias, la
economía que no da malamente para sobrevivir.
Mis abuelos ya
fallecieron.
Ya la casita
donde siempre vivieron, queda solo en estas fotos.
Mi tía Miñi, la
más joven de las hermanas de mi mamá, se fue a vivir a otro sitio, tan humilde
como el anterior.
Solo quedan los
recuerdos, las nostalgias, las tristezas, la melancolía por un pasado que no
volverá.
Y es así que
voy haciendo honor a mi Sagrada familia.
La familia que
todos debemos tener presente, amar, respetar y dignificar.
A mano derecha, de pie, mi abuelo Mero, ya fallecido.
Siempre vivió en una humilde casita en la cima de una loma, donde para buscar el agua tenían que bajar y sacarla de un poso.
De pie, mi abuelo Pedro Morales, (Mero), mi tía Marthica y mi mamá, María Morales Reyes.
Mucho más en otro artículo de esta nueva serie de Carapachibey.
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