martes, 11 de septiembre de 2018

La sagrada familia (5)


Rodeados de un ambiente campestre, natural, ha vivido por años mi familia materna.
En esta serie usted podrá conocer a través de sencillas crónicas de vida, y de la fotografía como protagonista, la belleza y paz espiritual de la existencia humana en algunos sitios de la geografía del oriente cubano.
Momentos que marcaron un antes y un después.
Se recuerda con cariño y gran nostalgia.
Mucha tristeza ya que nunca más podré ver a mis abuelos maternos.
Fue un viaje relámpago, de esos que no se planifican y que el destino lo tiene escrito para enriquecer el espíritu y el alma.
Finales de 2009.
Llegué el día de los inocentes, el 28.
Nadie me esperaba, una real sorpresa.
En estas imágenes captadas gracias a la cámara de Evelio Medina Rodríguez, me permitieron guardar parte de la Memoria histórica de mi familia.
De esas personitas humildes que vivieron siempre en lo más intrincado de los montes de Puerto Padre, en la oriental provincia de Las Tunas.
En uno de aquellos inolvidables días, uno de mis primos se apareció en la casa de los abuelos, en su carreta de bueyes, cargada de maíz, y se hizo un almuerzo como solo se pueden disfrutar en la campiña cubana.
Lo mismo sentados en un taburete, que en el suelo.
Cocinados con leña seca, en pleno patio.
De niño iba mucho a ver a mi familia.
La vida se complica, comienzan los estudios superiores, después el trabajo, y al llegar el Período Especial la cosa se complicó con los pasajes, las carencias, la economía que no da malamente para sobrevivir.
Mis abuelos ya fallecieron.
Ya la casita donde siempre vivieron, queda solo en estas fotos.
Mi tía Miñi, la más joven de las hermanas de mi mamá, se fue a vivir a otro sitio, tan humilde como el anterior.
Solo quedan los recuerdos, las nostalgias, las tristezas, la melancolía por un pasado que no volverá.
Y es así que voy haciendo honor a mi Sagrada familia.
La familia que todos debemos tener presente, amar, respetar y dignificar.

A mano derecha, de pie, mi abuelo Mero, ya fallecido.
Siempre vivió en una humilde casita en la cima de una loma, donde para buscar el agua tenían que bajar y sacarla de un poso.

De pie, mi abuelo Pedro Morales, (Mero), mi tía Marthica y mi mamá, María Morales Reyes.

Mucho más en otro artículo de esta nueva serie de Carapachibey.

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