En el mes de julio hay un día que marca un antes y un
después en la historia de este país.
“El 26 es el día
más alegre de la historia”, se tararea en la letra de un tema de la
cancionística cubana.
No voy a escribir
aquí la historia que universalmente se conoce, solo confesar que desde niño me
parecía ilógico que en esa fecha se celebre con música, caldosa y alegría,
cuando murieron tantos revolucionarios en tan valiente acción.
La muerte siempre
ha sido momento de luto para el cubano, y a mi criterio el Día de la Rebeldía
Nacional debiera ser una fecha de duelo patrio.
Mis respetos para los
dirigentes que idearon la celebración del 26 de julio, en aquel momento quizás
tuvieron sus justificadas razones para la propuesta que ya es tradición en la
nación, pero todavía se van corrigiendo a 55 años de Revolución algunas ideas y
preceptos.
Fue sin dudas una
Victoria de las ideas que por suerte el pueblo ha sabido mantener a pesar de
todo y de todos los obstáculos que hemos tenido que sortear.
¿Tendrán realmente
deseos de celebrar con júbilo y alegría los familiares de los combatientes caídos
en los asaltos a los cuarteles del oriente cubano?
En mi pasado viaje
a la provincia de Santiago de Cuba tuve el privilegio de visitar el Cuartel
Moncada, su museo, sus calles, su majestuosidad, hoy convertido en Ciudad
Escolar 26 de julio, sitio que también alberga los estudios del canal
televisivo local, Tele Turquino.
Sin dudas, un sitio
que todo cubano debe visitar, porque la historia de Cuba tiene allí las huellas
de los dirigentes que han encaminado al archipiélago nuestro por la senda de la
justeza, la solidaridad, el internacionalismo, el humanismo...