Mientras escribo esta sencilla crónica de vida descansa
en la populosa funeraria de Calzada y K en el vedado capitalino, una voz
insigne de la radio cubana, voz identificativa de La emisora de la familia
cubana, un Maestro de la locución, una gloria de la cultura nacional, el
inolvidable Ángel Eduardo Rosillo Heredia.
Sábado 3 de enero de 2015, a las cinco menos diez de la
madrugada se apagaba su voz, pero nace una leyenda, la que él fue cultivando
entre su pueblo con legendarios programas de su casa, Radio Progreso, La Onda
de la Alegría, en espacios radiales como Un domingo con Rosillo, La discoteca
popular, La discoteca del ayer o el humorístico Alegrías de sobremesa.
Aquí, frente a los micrófonos que llevan el palpitar de
la vida de los cubanos hace ya 85 años, escribo estas necesarias palabras,
sentado en la cabina central de una Cadena Nacional de radio en la que el
próximo día 6 de enero cumpliré tres años de labor.
Antes de entrar a mis responsabilidades acudí por tercera
ocasión a ese triste sitio de La Habana – la primera vez fue para despedir a
Nápoles, el amigo y compañero de trabajo, el realizador de sonidos que hubiese
sufrido más que muchos la pérdida de Rosillo, porque eran como hermanos. La
segunda fue para dar despedida a Lala, la madre de otro realizador de sonidos,
de Juan Miguel Carballo, y esta noche para decir un adiós a una de las voces
más populares que ha dado la radio de este país- .
En horas de la mañana de este domingo 4 de enero de 2015
el pueblo que lo acompañará en el cementerio Colón lo llorará y le dirá un hasta siempre.
Tengo que reconocer no solo su calidad profesional y
sencillez, sino su modestia como compañero de labor.
En el 90 aniversario de la radio cubana tuve la
posibilidad de entrevistarlo, y la última emisión del popular Un domingo con
Rosillo, en su voz para Cuba y el mundo, compartí la conducción con El Maestro.
Y lo digo así, en mayúsculas, porque me tendió una mano
amiga, de compañero, de ayuda desinteresada y pensando en la formación del
joven relevo.
Claro, nadie podrá sustituir su voz, su carisma, su
versatilidad, su vasta cultura de lo nuestro, de lo más auténtico, de las
raíces musicales del archipiélago cubano.
En las ocasiones que me senté a su lado para aprender de
él me daba la posibilidad de entrevistar a sus invitados, que mi voz se
escuchara a la par de la de él y en ocasiones más que la suya, y ahí radicaba
su modestia, su deseo de que su alumno tuviese la posibilidad de mostrar
también su talento.
¿Quién podrá hacerle sombra al propio árbol?, nadie, él
es el tronco y las raíces, es las ramas y los frutos. Nosotros somos
sencillamente, la sombra.
Por ello nunca dudó en brindar su mano a los que nos
iniciamos en el difícil arte de la palabra.
Radio Progreso debe y tiene el deber de mantener su
legado, sus enseñanzas, su manera de decir.
Nuestra responsabilidad ahora es aprender cada día más de
esa cultura que Rosillo mantuvo comunicando a su pueblo hasta el último
aliento.
Muy pequeño era este locutor cuando en mi casa o la casa
de mi abuela paterna se escuchaba: “Aquí Radio Progreso presentando… Alegrías
de sobremesa”, o en las tardes sonaban los acordes de la presentación de La
discoteca popular que daba paso a su imprescindible e inolvidable voz.
Mucho se ha escrito de Ángel Eduardo Rosillo Heredia pero
desde hoy se hace necesario dar a conocer mucho más de su vida y obra, y a eso
invito a investigadores y escritores.
El pueblo cubano y de muchos sitios del mundo lo
agradecerán, porque Rosillo fue, es y será, obra y huella de Cuba y su cultura.
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