Cuando veo caer la tarde en la intimidad de mi hogar, se
me entrecoge el alma, recibo en mi corazón cierta tristeza porque se ha ido un
día más y será uno menos, pero guardo la esperanza de que habrá un mañana y que
Dios me regalará otro amanecer como los que le he ido mostrando aquí en
Carapachibey.
Gracias mi señor Misericordioso y Todopoderoso.