Llegaba a mi terruño
pinero y el mes de agosto me regalaba una vista hermosa sobre Nueva Gerona.
Una luna llena
era la pintura perfecta de Dios para la primera noche en la Isla de la Juventud
después de ocho largos meses de ausencia.
La familia me
reclama desde mi alma, desde lo más profundo de mi ser.
Es una
bendición tener a mis padres vivos, juntos durante tantos años.
La vida me ha sonreído
porque cuando se es humilde, sencillo, noble y transparente como ellos me
enseñaron, el Universo nos brinda la dicha de sobrevivir a las distancias y el
tiempo y ser felices a pesar de todo y de todos.
La luna me
acompañó durante una semana de agosto de 2017 y doy gracias a Dios por este
viaje que no estaba en mis planes.
Les regalo
estas vistas desde mi balcón en mi Isla.
También desde
la ventana de mi cuarto.
Allá queda la
huella de mi vida, mi alma duerme en cada noche de mi ciudad natal.
Dios bendiga a
todos los habitantes de mi añorada tierra.
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