Estos
atardeceres con el color de Carapachibey, esa zona sureña de la inolvidable
Isla de la juventud que está enclavada geográficamente en el mismo corazón del
Mar Caribe, se me antojan de ilusión.
Y es que en
cada ocaso se nos va un día donde dejamos de cumplir sueños o anhelos.
La vida se
me va entre responsabilidades laborales y este tiempo en que lo dedico a
publicar mágicas imágenes captadas por este bloguero o del archivo personal del
desaparecido amigo Evelio Medina Rodríguez.
Me alimento
el alma y el espíritu de la naturaleza, de sus plantas, disfruto la brisa del
viento, el olor a salitre a la orilla del malecón habanero.
Sé que
mañana será otro día, Dios mediante, y vendrán nuevos sueños, nuevos retos,
nuevas ilusiones, y vendrá otra tarde más, con ese instante que tanto disfruto.
Se me antoja
de ilusión, y con estas fotos ustedes no me quitarán la razón.