En cada amanecer el paisaje se viste de naturaleza, de
colores y sombras, de flora y fauna.
La neblina llena de rocío el verdor del campo.
La vista regala el milagro de la vida, la dicha de la
existencia y el orgullo de habitar este archipiélago.
Desde mi balcón en La Habana las imágenes son de zona
rural donde el aire del norte refresca el ambiente y me hace sentir parte del
entorno.
Un regalo visual para los seguidores de Carapachibey.
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