Duele ver el
alma desgarrada de dolor y sufrimiento de un amigo a través de su mirada
transparente, pura, limpia, cristalina como un manantial.
Duele ver su
sufrimiento, sus sentimientos.
Duele saber que
está y a la vez lo tenemos ausente.
Duele no poder
brindarle la mano amiga porque no está entre nuestras posibilidades hacer
realidad sus más anhelados sueños, sus deseos.
Duele esa
humilde mirada que te hace mil preguntas y no se las puedes responder.
Duele saber que
tiene a su progenitora al otro lado del mar y no la puede abrazar, no la puede
tener.
Duele la
soledad de esa mirada, el brillo de sus lágrimas al brotar y salir gritando al
mundo su pesar.
Duele que estés
tan lejos y tan cerca a la vez y no podamos darte el abrazo de consuelo.
Duele tanta
agonía interna y a la vez tanta paz en tu interior, algo ilógico pero real en
un ser como tú.
Dueles, dueles
a lo lejos.
Dueles amigo
mío y solo puedo dedicarte estas sencillas palabras de cariño.
Dueles pero la
vida te regalará muchos momentos de placer espiritual, de realizaciones y
bendiciones.
Dueles y Dios
lo sabe.
Dueles y por
eso el dolor hoy de tu mirada será la calma de mañana.
Dueles y ya no
dolerás porque la cura está en que no tienes cargos de conciencia hacia nadie.
Dueles y tu
mami lo sabe y el día que ya no esté, te acompañará eternamente para que no
duelas más.
Dueles amigo
mío, mucho duele tu dulce mirada, y este mortal te abraza en la distancia, y solo
el tiempo te consolará y ya no dolerás nunca más.
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