“Cuando ya no estés en este mundo, llévate al
menos el placer de haberle extendido la mano a alguien, y de haber dado todo el
amor que pudiste a los que te rodeaban”
El que
enjuga tus lágrimas con su ternura,
que convierte los momentos de dolor en
desafiantes tiempos de felicidad,
que cambia
siempre tu amanecer con una flor,
que te impulsa a conquistar tus sueños, aún
cuando una montaña se presenta ante tus ojos,
el que en medio de las dificultades lucha
contra vientos impetuosos para que perdure tu sensibilidad,
que cuando caes, con un beso ardiente te
levanta y te cura las heridas,
que intenta con todas las ansias
inmensas de su interior hacerte feliz a
cualquier precio,
que se juega por ti los más intensos momentos
de aventura,
que día a día convierte cada uno de tus
defectos en sensibles virtudes con su compañía,
que no te falla cuando pides un consejo y con
la transparente sabiduría del amor llena tu alma de quietud,
aunque no lo creas, te parezca imposible y
jamás te hayas dado cuenta, quien te hace todo esto, soy yo.
Y lo hago todo porque te amo,
porque te has convertido en la clave de mi
felicidad,
porque has hecho de mí un hombre complacido
con la vida y con el amor,
porque eres la mujer que sin darlo todo ha
robado mi corazón y lo tiene guardado junto al suyo, en la fuente eterna y más
apasionada de las estaciones de su alma.
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