Entre las fotos de infancia, con dos años de edad, encontré esta donde me
muestro al lado del radio Rodina 68, el cual recuerdo en la casa desde que
tengo uso de razón.
Estaba ubicado en una esquina
del comedor sobre una tabla o improvisada mesita. Allí descansaba el inmenso
artefacto desde donde salía voz y música, algo mágico para el infante de
entonces, y como la imaginación es así de fantasiosa, creía yo que ahí dentro
había personas que me hablaban.
Los toscos botones eran parte de
mi entretenimiento diario, hundiéndolos una y otra vez para localizar
radioemisoras nacionales y extranjeras. Lo recuerdo bien, escuchar
transmisiones de onda corta en idioma inglés y de varias zonas del área.
Puedo confesarles hoy a través
de mi blog que en mi casa se escuchaba todos los días, casi religiosamente,
Radio Progreso, La Onda de la Alegría, y los populares espacios Discoteca
popular, Alegrías de sobremesa, Nocturno y Punto de Vista, con la magistral
conducción y criterio de Julio Batista Delgado.
No dudo que en todos los hogares
cubanos de la época se sintonizaban esos programas, porque la música cubana, la
de las bellas melodías y cuidada letra, era radiada y anunciada por Eduardo
Rosillo Heredia en las tardes; el momento humorístico escrito por Alberto
Luberta y también conducido por Rosillo, formaba parte de la tradición del
cubano, y las melodías de Nocturno fueron y son parte del alma de millones de
románticos.
La locución era un mundo por descubrir
entonces en mi vida, y nunca imaginé que al pasar los años estaría trabajando
desde los micrófonos de esta añeja Cadena Nacional.
Con Rosillo compartí la
conducción en varias ocasiones frente a sus micrófonos, y tuve la dicha de
acompañarlo en la última emisión al aire del popular Un domingo con Rosillo,
sin imaginar que sería la despedida de su estelar espacio vespertino.
A Rosillo lo entrevisté por el
aniversario 90 de la radio cubana y para
la revista RP105, al igual que lo hice con Alberto Luberta, otra gloria de la
cultura de esta Nación.
Más de dos años como profesional
de la palabra en La Emisora de la Familia Cubana, desde La Habana, y todavía me
parece un sueño pertenecer a la plantilla de Progreso.
Se siente erizar la piel al
tener con el micrófono abierto, en vivo, al Maestro Julio Batista, o leer una
crónica escrita por él.
Creo no merecer estar aquí,
todavía ando en pañales, aún gateo y no estoy a la altura de esos grandes
hacedores de la palabra.
Si me mantengo llevando el
mensaje a los miles de oyentes en Cuba y el mundo, es porque la vida me está
dando la posibilidad de aprender y nutrirme de ellos, de su experiencia, de su
sabia, de su bondad y desprendimiento.
Esos piececitos pequeños que se
ven en la foto, hoy caminan los pasillos de Radio Progreso, y a ella entré con
el pie derecho.
La responsabilidad y seriedad
debe de caracterizarme en el día a día, y superar cada detalle que pueda
empañar la calidad de mi emisora, de la casa de Rosillo, de Luberta, de Julio
Batista, de todos los cubanos.
Si se ha hecho realidad un
sueño, me corresponde solo a mí cuidarlo y compartirlo con cariño, amor y
profesionalidad, con los millones de fieles oyentes dentro y fuera de Cuba.
Ramón Leyva Morales