Sus trazos casi perfectos, creación de la mano del
hombre se van mostrando al paso del transeúnte.
Edificaciones donde la arquitectura varía según la etapa de su creación, de la
zona enclavada, del ingenio artístico de la mente ingeniera y de la mano
obrera.
La Habana, imposible de descubrir a plenitud, cada día me sorprende por sus
aparentes pequeños e insignificantes detalles, esos que están ahí y la mayoría
ignora.
Solo basta con mirar a nuestro alrededor y pararse a contemplar tanta belleza
sobre piedra y cemento, aderezada con el verde de la naturaleza que le rodea,
ese verde imprescindible para dar el toque mágico a sus sombras, a sus
relieves.
Ahora en blanco y negro, donde los detalles cobran matices.