Tierra a donde todo cubano debería ir aunque sea una vez
en su vida es la de la inigualable ciudad oriental de Santiago de Cuba.
Deslumbra por su arquitectura colonial, sus limpias
calles, su gente alegre y hospitalaria.
Sin dudas uno de los grandes regalos espirituales que
recibí en 2014 fue precisamente visitarla sin apenas esperarlo.
Una vez más debo confesar que me cautivó tanto su magia
que no hubiese dudado en radicarme en ella.
Que la Patrona de Cuba, La Virgen de la Caridad del Cobre
continúe bendiciéndola y cuidándola de sus constantes temblores.