Hay instantes y
hechos en la vida de los seres humanos que nos traen gratos recuerdos y se
disfrutan con la nostalgia de un ayer que no volverá.
Es el caso de los hermosos arcoíris que nos brinda la
Madre Natura, esa que solo es capaz de ser pincelada de la mano de Dios, ese
ser creador de todo lo increíble y casi mágico que nos rodea.
Los colores que nos regala nos trasladan a la infancia, a
esos momentos en que queríamos ir a su nacimiento y subir por él hasta el cielo
infinito.
En la imagen que pude captar desde mi cuarto se pueden
observar dos arcoíris, como una pareja que se abraza y aman ante los mortales.
Es sin duda alguna un dibujo divino.