Ay Habana
querida!,
Me sigues
atrapando con tus tardes apacibles,
con tus sombras
y luces.
Caminarte es un
disfrute espiritual,
reconocer y
descubrir cada detalle es una
fiesta visual.
Me atrapaste un
día y nunca más me dejaste ir.
Tienes el
encanto de tus leyendas, de tus sitios
deslumbrantes y
llenos de historias pasadas y presentes.
Te miro cada día
y en cada paso descubro algo nuevo en ti,
son tantos los
detalles que se escapan
al ojo humano, que no alcanzaría el
tiempo libre
para valorar cada rinconcito
arquitectónico
que guardas en tus calles.
Eres un amasijo
de formas, de diseños, de colores,
esos enriquecen
tu valor Patrimonial y tu condición de Ciudad Maravilla.
Gracias por
permitirme ir a tus interioridades y
dejarte amar
despacito, sin apuros, para
no perder cada regalo
que me das.
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