Se encuentran
en cualquier rincón de los montes cubanos.
En patios y
balcones de la ciudad.
Traídas al
mundo de la mano de una amorosa abuela o las silvestres que nos acompañan en el
diario camino.
Están ahí,
llenas de colores y bellas formas, amenizando y dando armonía perfecta al Medio
Ambiente que nos rodea.
No pueden
faltar en vida y estarán hasta el último suspiro.
Son vida y muerte,
son alegría y tristeza, son las flores, creación Divina.
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