Se visten de
diseños, formas, normas arquitectónicas.
De colores y
ropas tendidas a ojos del que pasa y mira.
En ellos se
guardan cualquier cantidad de tarecos inservibles.
Son como
el almacén público de las casas de la
capital.
También los hay
con ese toque de Madre Natura, regalando plantas ornamentales y flores.
Son el sitio
ideal para ver pasar la vida de miles de personas que habitan la ciudad o
simplemente andan de paso por esta urbe caótica.
La Habana te
regala desde sus balcones el alma de sus inquilinos, desde ellos nos miran y
nosotros descubrimos su personalidad.
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