El fogón de
leña de las casas, habitual en las zonas de los campos cubanos.
El café recién
tostado y machucado en el pilón de madera, y en colador de tela, aviva el
aliento con su aroma matinal en la campiña de mi familia materna.
De ahí toman
casi todos los vecinos que pasan por la casa, y gratis.
Las paredes de
yagua, y en ellas parte de los utensilios de la cocina, típico en las casitas
orientales de la zona campo adentro.
¿No tienes
vergüenza publicar esas fotos?
Así me dijo
cierta persona al conocer mis intenciones de dar a conocer sobre mi familia materna allá en Las
Tunas.
No, todo lo
contrario, le respondí.
Lejos de ello
lo que siento es sano orgullo de toda mi familia.
En este
artículo fotos de dos casas, donde la diferencia en las construcciones no es
muy notable.
Desde niño iba
de vacaciones allá, y dormía en hamacas de saco, amarradas a las paredes de
yagua.
Pisos de tierra
blanca, aroma a café tostado al amanecer y en el patio las vacas a las cual iba
con un jarrito de aluminio y cogía la leche cruda desde la misma ubre.
Café con leche
a lo oriental, o café claro con un pedazo de pan.
La humildad de
la población de las zonas campestres de mi país es digna de dar a conocer sin
ninguna vergüenza.
Mis raíces son
de allá, del oriente cubano.
A donde fui a
finales de 2009 y gracias a la camarita de Evelio, el inspirador de este blog,
pude captar estas imágenes que hoy les regalo en Carapachibey.
Continuará…
El perrito de
la casa y los animales de corral no pueden faltar como mascota y fuente de
alimentos.
Techos de guano
y lo verde, mezcla de cubanía en el oriente del país.
Dos baños, uno al
aire libre, con paredes de hojas de matas de plátanos, y el piso es
sencillamente una piedra.
El otro, en
casa diferente, un poco más privado, pero tan sencillo y humilde.
Los escusao de
madera, la letrina o sitio donde hacer “sus necesidades”.
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