En casa teníamos un
radio Rodina, grande y vistoso.
De niño creía que
esas personas que me hablaban a través
de él estaban ahí dentro. ¡Cosas de la inocencia de un pequeño!
¡Quién me iba a decir
a mí que al pasar los años sería yo el que estuviera saliendo por las bocinas
de esos aparatos tan útiles en el hogar! Llegué a la locución por pura
casualidad o quizás el destino me tenía deparado el regalo de formar parte de
la magia de este gigante medio de comunicación. No niego que en la infancia
tenía deseos de adentrarme en el arte de la palabra, era uno de mis sueños.
Era el año 1982 y al pasar frente a la
emisora Radio Caribe de mi terruño pinero, allá en la Isla de la Juventud,
había un grupito de muchachos en el patio y por pura curiosidad me acerqué. Estaba con ellos la locutora Doris
Cairo, actual directora de Caribe, y al verme me dijo que si deseaba ser
locutor.
Así fue como me abrieron las puertas a la
profesión, con un pequeño examen que en ese preciso momento me exigió hacer y
fue repetir un eslogan muy popular entonces en nuestra emisora y que decía:
Descúbralo usted. Era una de las secciones de un programa de participación que
habitualmente escuchaba e intenté hacerlo lo más parecido posible al locutor,
es decir, con el estilo promocional que se requería. Doris se asombró y me
dijo: Creo que puedes llegar a ser un buen locutor. Anotó mi nombre en una hoja
y comencé un curso para locutores juveniles.
Las clases las impartía la locutora Maura
Torres, una voz que se retiró cuando aún conservaba el timbre juveni, la
frescura y sencillez que se necesita en el medio.
Nos atendía
directamente en las prácticas la escritora, editora, realizadora y directora de
programas Matilde Vicente, una mujer de fuerte carácter pero muy profesional,
de esas personas que nacieron con la radio en el corazón, lo trajeron al mundo
desde la cuna.
Los viernes en las noches se grababa en las
escuelas en el campo un espacio llamado Fiesta estudiantil. Allá íbamos en la
guagua del móvil CMBY, llena de equipos de sonidos, cables de todos los
colores, climatizada, alfombrada. Estábamos realmente en un mundo bello,
mágico, donde se mezclaban voces, efectos y sonidos.
Ante cientos de estudiantes, en las
plazoletas del área de formación, hacíamos ese programa que se radiaba los
domingos en la tarde, después de un proceso de edición. Fue en ese espacio
donde escuché por vez primera mi voz al aire.
En 1990 Doris convoca a otro curso para
locutores, este impartido por ella, donde compartí clases con Miriam Del Pilar
González Chirino, Mirita, la novel y fiel amiga locutora de Islavisión.
Las prácticas fueron entonces en programas
para adultos y donde me dieron la posibilidad de compartir micrófonos con Maura
Torres, quien en ese momento dirigía el estelar Con la guardia en alto.
Recuerdo con gran cariño a dos realizadoras
de sonido que me ayudaron mucho con sus sabios consejos, Aquilina Cruz y
Marielena García Monrrabal, ambas acogidas ya al retiro profesional. Por
cierto, el sucu suco titulado Yo quiero bailar con Marielena fue dedicado a la
conocida trabajadora de Caribe.
Siempre he dicho que de los operadores de
audio aprendí mucho, tanto como de los profesores de locución, ya que ellos
tienen ese oído artístico y atento al más mínimo detalle del sonido y de la
palabra. Si omites una ese o la pones donde no va, son los primeros en darse
cuenta y paran la grabación, en caso de un programa en estudio de grabaciones.
Un tercer curso para formar locutores
profesionales y habilitarlos nacionalmente lo impartió la popular locutora
pinera Luz María García, Mari. Gracias a ella poseo desde el año 2001 mi
certificado de Locutor, registrado con tomo y folio del Centro de Estudios de
la Radio y la Televisión.
Un año de prácticas en los espacios
informativos, cubriendo todos los sábados y domingos. ¡Cuántos boletines de
noticias tuve que leer!, las carteleras de la programación, ¡Cuántas veces
identificar a mi emisora con aquellas palabras que decían: El tiempo avanza
hacia el socialismo, en Radio Caribe… (se escuchaba un sonido), y daba la
hora!
Mari me sugirió fuera el escritor y
productor musical de Hit Sonido, el hit parade pinero el cual asumí durante
once años consecutivos.
Doris Cairo también me pidió asumiera la
responsabilidad de un programa especializado en medio ambiente, Temas para una
agenda verde, donde no solo escribía su complicado guión sino que también me
adentré en el periodismo radial con dos contactos a cabina y las entrevistas
del popular espacio de las tardes del sábado.
Diez años con los Temas… que al venir para
la capital pasaron a formar parte de una sección dentro de un programa.
Desaparecía así de la parrilla de la emisora pinera un valioso programa con
varios premios y reconocimientos y que tan necesario se hace con la educación
medioambiental que se requiere en los medios masivos de comunicación en nuestro
país.
Gratos recuerdos de mis años en Radio
Caribe, buenos y malos momentos también.
Se cerraba una puerta y se abría una más
amplia y con más posibilidades. Llegaba a Radio Progreso, La Onda de la
Alegría, desde La Habana.
Ahí comenzaba otra historia en la profesión
de locutor, pero esa será contada en otra ocasión.
Hoy quiero agradecer en el Día del locutor
cubano a todos los que me tendieron la mano en este largo y difícil camino. Nuestra palabra se hace sonrisa en el
oído de los miles que nos escuchan y ellos, los oyentes, son los verdaderos
protagonistas de esta historia.
Ramón
Leyva Morales
No hay comentarios:
Publicar un comentario