Me ha llamado poderosamente la
atención un artículo de archivo publicado en la primera plana del semanario
impreso Victoria de la Isla de la Juventud en diciembre del año 2005.
Este artículo lo comparo con otro publicado
en el diario Juventud Rebelde en noviembre de 2013, dando a conocer los datos
del último Censo Nacional de Población y Viviendas, el del 2012.
El titular del periódico pinero exponía:
Llegamos a los 86 559 habitantes; En relación con el censo de 1981 hubo un
crecimiento de 28 501 personas.
No soy estadista ni me dedico a la
valoración del crecimiento o no de la población de mi inolvidable terruño, pero
es realmente preocupante el decrecimiento de los habitantes de la Isla.
Con relación a la información ofrecida en
2005, hasta el Censo del 2012, la población disminuyó en 1808 habitantes.
Causas objetivas o subjetivas pudieran
existir muchas, pero según mi apreciación particular la de mayor peso quizás
haya sido el paso del Huracán Gustav en el 2008.
La Isla quedó totalmente devastada y cientos
de familias se vieron afectadas con sus viviendas destruidas y la carencia de
alimentos fue otro factor que incidió tal vés en el éxodo de pineros hacia
otras regiones del país.
Los que decidimos quedarnos en la tierra que
nos vio nacer sabemos de la inexistencia de productos del agro, solo salvada
por la etapa de las brigadas solidarias que acudieron a responder al llamado
del Gobierno Nacional.
Recuerdo que decenas de profesionales
tuvieron que cambiar de labor, por ejemplo a los informáticos de las escuelas
en el campo se les propuso trabajar en los organopónicos de la agricultura o
como custodios.
A finales de 2011 este articulista decidió
cambiar su suerte al venir a la capital, un sitio que nunca me inspiró para
vivir.
Se limitaron las posibilidades de trabajo
luego de la desaparición de los centros educacionales donde me entregaba como
profesional de la educación.
Ahora soy un pinero menos en su tierra,
aunque con raíces muy profundas de sentido de pertenencia, con gran orgullo por
mi terruño, por la historia que atesora.
Este propio blog es muestra de ello, de mi
amor entrañable por la otrora Isla de Pinos, nombre del cual aún mantenemos el
desactualizado gentilicio.
Mi isla duele al visitarla, al ver las
placitas de productos agropecuarios o los Mercados destinados a la
comercialización de viandas, hortalizas y vegetales, prácticamente vacíos.
Productos ahora en venta por los
particulares que llevan desde Mayabeque y son revendidos a precios abusivos.
¡Aquello está malo cantidad!, es la
expresión más común escuchar a los que vienen de visita a La Habana.
No lo dudo, lo he comprobado personalmente
cuando voy a visitar a mis padres, hermano, a la familia, amistades y ex
compañeros de trabajo.
Se requiere mucha voluntad y entrega para
recuperar lo perdido, para volver a ser la Isla de la abundancia, y que muchos
deseen regresar allá.
Al leer el artículo del Victoria podemos ver
una cifra que evidencia la preferencia de muchos cubanos en aquellos años por
ir a vivir a la Isla: “… lo que representa un crecimiento de 28 mil 501 personas,
en relación con la encuesta realizada en 1981…”
En 2005 se daba a conocer que unos 3 mil
pineros vivían en la capital cubana.
La emigración y éxodo de habitantes de la
Isla de la Juventud seguirá, lamentablemente.
Ojalá un día podamos regresar a nuestro
sitio de nacimiento y poder apreciar la prosperidad a la cual llamó tras el
paso de Gustav el Presidente cubano Raúl Castro Ruz.