sábado, 28 de diciembre de 2013

Al sur de la Isla


   Artículo publicado en el suplemento cultural Al sur del periódico Victoria de la Isla de la Juventud, el sábado 17 de diciembre de 2005, dedicado a la fundación de la ciudad cabecera, Nueva Gerona.
    Escrito por la periodista Ana Esther Zulueta y con fotos de Evelio Medina Rodríguez.

   No solo las almas bohemias desanduvieron las vetustas arterias de esta ciudad que seductora se arropó de jubileo para que el tiempo halara de su falda 175 veces cuando el reloj marcó la una de la mañana de este 17 de diciembre.
   Rodeada de cerros marmóreos, fortificación natural de la villa, su plaza Isabel II, luego general Lacret, devenida Guerrillero Heroico y kilómetro Cero hacia cualquier destino de esta geografía, fue el escenario donde dieron lectura al acta fundacional.
   Desde 1828 una docena de varones, condenados a cumplir penas, desmontaron el sitio del enmarañado verdor para hacer nacer a la Nueva Gerona en recordación a la épica Girona hispana.
   Así quedó satisfecha la petición del Capitán General de la Isla de Cuba Francisco Dionisio Vives, entonces presiente de la Junta de Fomento de la población blanca, a Fernando VII monarca de España.
   Esta ciudad que no se ufana de poseer una exquisita arquitectura, pero sí de las grandes edificaciones rectangulares al estilo de las primeras basílicas ha sobrevivido al embate del tiempo y las tempestades.
   La huella más perceptible no puede escapar a los ojos de los nativos y visitantes. El barroco antillano no dejó aquí su magnificencia sino la sobriedad de los arquitrabes, las arcadas, las fachadas, los grandes portales y las grandes columnas que se repiten en cada porción del centro histórico de la ciudad, ahora con nuevos tintes para la ocasión.
   Aunque no abundan en este enclave las calles tapizadas de adoquines, la nueva plaza se encarga de anunciar al viajero a la Gerona del Caribe antillano, que prefirió en este onomástico el saludo simultáneo de las embarcaciones fondeadas en las márgenes de su río y el ceremonioso festejo de quienes cantaron y danzaron de modo diferente a la centenaria localidad, testigo de amores y desamores, encuentros y desencuentros, deportaciones y levantamientos, abandono y descubrimiento, de ultrajes y heridas, y sobre todo de los sueños de un pueblo que apuesta siempre por tornarla bella.