La
madre naturaleza es una fiesta de colores y matices.
La mano de Dios está presente en cada trazo hecho con la precisión de un pintor sin igual.
La mano de Dios está presente en cada trazo hecho con la precisión de un pintor sin igual.
El todopoderoso nos regala los más bellos
atardeceres en este bello archipiélago del Mar Caribe, y aunque Carapachibey fue inspirado en la obra
fotográfica de Evelio Medina Rodríguez allá en
la Isla de la Juventud y para reflejar las bellezas del territorio pinero, la
vida me trajo a la capital cubana, y ahora me debo a un sitio que también
guarda los encantos de los ocasos más románticos que puedan dibujarse entre el
cielo y el mar.
Aquí
les dejo estas imágenes sin igual captadas en ese balcón de La Habana, en un
instante en que un caprichoso arcoíris abrazaba al añejo Castillo del Morro.
Un símbolo de Cuba, tantas veces llevado al
lente, y ahora vinculado a un atardecer de lluvia, de sol, de cielo, de nubes,
de colores... Continuará...
Estas fotos, como todas las de Carapachibey, no han sido trabajadas con ningún programa informático, son publicadas tal como fueron captadas por el lente de un teléfono móvil de solo 2 megapixes de resolución.
La belleza la pone Dios y su poder de sorprendernos.
La belleza la pone Dios y su poder de sorprendernos.