Me
refería anteriormente al asombro que sentí al conocer que en mi Islita del
Caribe se tomara guarapo.
De
niño sabía de la prohibición de la siembra de la caña de azúcar en la Isla.
Recuerdo que en el patio de mi casa, que incluía una finca para siembras, mi
abuelo Ramón Leyva, “Mongo”, tenía un plantoncito de la llamada Dulce gramínea.
Tendría unos cinco años e Iba allí y llamaba a mi abuelo: “Mongo, caña, Mongo,
caña”, y así se le quedó entre la familia.
Desde aquel momento había bautizado
al viejo como “Mongo caña”.
Por
supuesto, el ser pinero nos limitaba de conocer el guarapo y saborear esa
deliciosa y refrescante bebida.
En
la Isla no había siembras de caña, no hay aun trenes ni raíles por donde ellos
deben trasladarse, a pesar de que conocemos que en el territorio en tiempos de
la Colonia existió el Ingenio La esperanza… , cerca de la playa Bibijagua, y
desde su trapiche se enviaba para La Habana, la producción que allí se
realizaba.
En
la entonces Isla de Pinos no prosperó el negocio que a nivel nacional nos hizo
famosos a nivel internacional, y solo nos quedan las historias y las huellas de
las ruinas del histórico central.
Continuará…