Camilo Cienfuegos era
como un “viejo” que había obrado por la libertad de mi Patria y tuvieron que
pasar varios años desde mi infancia para reconocer al verdadero hombre de
pueblo.
Y es que ese hombre
del que siempre hablamos era un muchacho más de las calles habaneras y que
desapareció con solo 27 años de edad.
¡Cómo reconocer a un
joven de esa edad detrás de esa barba, del sombrero alón o de esos ojos que
muestran una madurez más allá de los años que tenía!
Cada año en Cuba
acudimos a ríos, arroyos, costas, a la orilla del mar, para rendir tributo a un
ser que desde pequeño veía como un dios inalcanzable por su conducta y valor.
Y de él tendremos que
leer mucho más, aprender más, conocer más, porque hay seres humanos que nunca
se han ido, que nunca se irán, porque su sonrisa, la del héroe de Yaguajay, nos
acompaña en el camino por la vida.
En la fotocopia se
muestra una de las tantas imágenes captadas por el lente del fotorreportero
Evelio Medina Rodríguez en el solemne momento de depositar a la transparencia
de las aguas nuestras flores para Camilo.
Ahí vemos a un abuelo
con su pequeño nieto, juntas las manos, como premonición de un futuro asegurado
por las nuevas generaciones de cubanos.
Arriba,otra de las históricas fotos de Camilo Cienfuegos.
En esa ocasión en compañía del actual presidente cubano Raúl Castro Ruz.