Es un
balcón de la gran ciudad, donde a diario semidesnudos cuerpos, malabaristas sin
carpa ni circo, acróbatas de la vida cotidiana, arriesgados y atrevidos
jóvenes, abrazan las azules aguas del infinito mar de La Habana.
Mezcla de
colores y olores, de razas y palabras al azahar, de sol y luz intensa casi a
cegar, sitio de peligros y de adrenalina pura, lugar de ellos, de nosotros, de
ustedes, de todos.