En los inicios de
este siglo me adentraba en una etapa definitoria en mi vida profesional sin
saber que el destino me depararía el premio a mi sacrificio.
Febrero del año 2000, allá en mi añorada
Isla de la Juventud, comenzaba con un curso que duraría un año y de ser
vencido, recibir el certificado como locutor profesional.
La profesora fue una de las más bellas voces
pineras que se ha mantenido fiel a su terruño natal, Luz María García, Mari, a
quien tuve la posibilidad de entrevistar para el periódico Victoria.
Un año trabajando en cabinas de 5 a 7 de la
noche y los sábados y domingos, de 6 de la tarde a doce de la noche,
identificando a la emisora, dando la hora, la cartelera y los boletines de
turno.
Un año sin cobrar salario alguno pero que
me permitió adaptarme a lo que vendría después de recibir el título.
A ella le debo un espacio en mi blog porque
gracias a su ética y carácter firme y justo, pude lograr en 2001 el Certificado
del Centro de Estudios de la Radio y la Televisión (CERT), habilitado como
Locutor.
Posterior
ello, en el 2002 decidí presentarme a un casting que realizaría el ICRT
para formar parte un curso para locutores de los servicios informativos,
impartido durante tres meses, de lunes a viernes, por las reconocidas Rosalía
Arnáez y Laritza Ulloa.
Al quedar entre los seleccionados, mi amigo
Evelio Medina Rodríguez pidió en el Partido Municipal la autorización para el hospedaje
durante ese tiempo en el Hotelito de 41, perteneciente al Consejo de Estado.
Nunca antes había salido tanto tiempo de mi
tierra y me había distanciado de mi familia, por lo que la única comunicación
era la vía telefónica, y fue entonces que conocí un método que solo se empleaba
entonces en la Ciudad de La Habana y que posteriormente se extendió a todo el
país con una aceptación tal que no existe un cubano que no haya utilizado en
algún momento una tarjeta Propia.
Aún guardo en su nailon la primera tarjeta
que utilicé para la comunicación telefónica y aquí les muestro una fotocopia de
la misma, una “curiosidad” para quienes no tuvieron la posibilidad de usar el
servicio en sus comienzos.
La Propia
habanera decía: TARJETA TELEFÓNICA… Solo puede ser utilizada desde C.Habana… Llama
más… Llamadas locales y nacionales… No introducir en el teléfono
El código de acceso al servicio era el 160 y
no el 166 que ahora utilizamos.
Propia
fue mi inseparable amiga durante aquellos interminables tres meses aquí en la
capital, con ella día y noche podía conversar desde cualquier teléfono con mi
familia, amigos o compañeros de trabajo.
Propia
formó parte de mis inicios en La Habana, una ciudad que no me atrapó entonces
para quedarme a trabajar en ella, la veía muy agitada, estresante, aunque
confieso que al radicar a solo unos metros del Parque Almendares o Parque
Metropolitano, me extasiaba en ese maravilloso sitio de la geografía
capitalina, el cual en el 2002 estaba en total abandono y en ruinas sus
instalaciones.
La Habana sigue siendo hoy mucho más
bulliciosa, rápida, sumamente estresante para cualquier pueblerino que nació y
se crió en un territorio como la Isla, pero aquí se me abrieron varias puertas
y allá alguien, en algún momento de mi vida, quiso cerrarme una de ellas.
Hoy Propia
sigue siendo mi aliada amiga, con ella puedo llamar cada día y conversar con
mis padres, a poco más de dos años de decidir venir a realizarme
profesionalmente en la urbe del Faro del Morro y del extenso Malecón.
Mía, la Propia,
la tuya, la de todos, la amiga inseparable, necesaria en todo momento y a toda
hora.