sábado, 11 de enero de 2014

Imágenes del amigo que nunca se fue


   Evelio Medina Rodríguez, quien con solo nueve años perdió a su padre, quien faltando solo seis meses para terminar su Servicio Militar Activo vivió la partida de su madre, quien lo tomaba de sus manos cuando en el hospital de Nueva Gerona expiraba a causa de un cáncer.

   Me contaba él que al salir de pase de la Unidad Militar lo esperaba su mamita y le decía, "Arriba, para el baño, que te voy a restregar todo ese churre y peste a monte que traes"…, y ella bañaba su desnudez con el amor y el cariño que solo es capaz de dar una madre.
    Así quedaba solo en su casa, huérfano de ambos padres, con la edad de adolescente, cuando más requerimos de la ayuda espiritual y hasta material de nuestros padres.
    Por suerte siempre fue una persona hiperactiva, incansable, luchadora, trabajadora, responsable y seria ante todo.
   En mi casa allá en la Isla nadie olvida ese fatídico día. 
   Sabían del aniversario de su fallecimiento pero nadie creía que ya había transcurrido tanto tiempo desde su partida física.
    ¡Parecía que fue ayer!,y desde el ocho de enero de 2010 no está con nosotros.
    Fría noche la del siete de enero del 2010, eso me contaban desde la Isla de la Juventud.
   No lo dudé, porque al regreso de un viaje familiar ese día, estuve varado en la Terminal de Ómnibus Nacionales por adversas condiciones meteorológicas que me impidió por más de 72 horas llegar al destino final en el tiempo requerido.
    Como se hace habitual por esa razón, se suspendieron todas las salidas marítimas y aéreas al territorio insular pinero.
   Recuerdo era una niebla permanente durante las 24 horas que impedía la visibilidad a pocos metros, un suceso poco común durante tanto tiempo.
   Una temperatura muy baja bañaba al occidente cubano y los viajeros de la Isla no teníamos otra opción que la desesperante espera.
    La tristeza y melancolía se acentuaba mucho más en el alma porque conocemos bien de la relación que tenemos con el Medio Ambiente y nuestro estado anímico.
   El sol ausente durante el día, una fina llovizna, el cielo gris, ese era el entorno que me hacía vivir el momento más triste de mi existencia, después de la muerte de mi abuelita paterna.
   ¡Qué difícil querer estar y no poder!, ¡Qué impotencia se siente al no poder dar el último adiós al ser que te abrigó en su alma durante más de veinte años!, ¡Qué difícil y terrible experiencia!
   He querido borrar de mi mente ese pasaje de mi vida pero se hace necesario compartir con mis amigos la tristeza que a todos tocará, la de la muerte.
    En la madrugada del siete, es decir, amanecer del día 8, dejaba de latir el corazón de un ser que solo mostraba en su semblante alegría, sosiego, bondad, familiaridad…, y no me dejarán mentir sus amigos, sus compañeros de trabajo, sus vecinos o familiares.
   Difícil conocer a alguien que exprese tanta ternura en su trato no solo con las féminas, sino también con sus amigos masculinos, porque él no conocía de la maldad, del celo, de la envidia, de discusiones o acciones que hicieran herir los sentimientos de quienes le rodeaban.
   No diré más, de él sería interminable la cantidad de buenas acciones, de anécdotas que contar.
   Un maestro del lente, del arte de la fotografía, bien lo saben quienes aprendieron de su experiencia y supieron valorar su trabajo diario.  
   Del archivo fotográfico de mi AMIGO Evelito les regalo estas imágenes, donde quizás usted esté en una de ellas, o personas que conozca. 
   Gente de la Isla, su gente, sus compañeros de trabajo o amigos.
   Aquí encontrará momentos de su labor como fotorreportero, como artífice de la historia de un territorio que lo acogió desde sus dos años de edad.
   Los dejo en Carapachibey, este sitio creado para reflejar parte de su obra artística en el lente y continuar su legado.
    Por supuesto, parta mí y para muchos más Evelio Medina no se fue, está aquí…