Un artículo con una redacción agradable a
cualquier lector, con la gracia del cubaneo, de manos de Evelio Medina
Rodríguez publicado en el periódico Victoria de la Isla de la Juventud en el
año 1998, donde comenta sobre el evento meteorológico El niño, y con plena
vigencia a pesar de los años transcurridos desde su publicación.
Cuando nos preguntan
por el niño de la casa, la mayoría de las veces decimos: “Está acabando”.
El popular programa de televisión Contacto, también tiene su gracioso
niño que su anfitriona, Susana Pérez, dice que está acabando.
Pero no les hablaré ni del niño de la casa,
ni del pequeño de Contacto, sino del
infante que más dolores de cabeza está dando en el mundo entero. Ese que no
respeta partes meteorológicos ni épocas del año para virar las cosas al revés.
El evento ENOS ya es bien conocido por
todos; provoca grandes sequías en algunos países, severos torrenciales en otras
regiones y mueren cientos de personas por las altas temperaturas que superan
los 40 grados celsius.
Esto quiere decir que debemos estar siempre
preparados para recibir las consecuencias de este majadero “niño”.
Las medidas las conoce muy bien nuestro
pueblo, el cual hace pocos meses, realizó el ejercicio Meteoro 98.
Hay
que prevenir para no tener que lamentar pérdidas humanas y económicas.
En la calle se comenta del agobiante calor
considerado ya el más caluroso de la historia de nuestro país, pero también se
escuchan criterios como estos: “El responsable de la inestabilidad en el clima
es el hombre, él destruye los bosques, contamina los mares y ríos con desechos
tóxicos y lanza a la atmósfera gases contaminantes que poco a poco debilitan y
destruyen la capa de ozono”.
Esto significa para la mayoría de los especialistas
y población en general que el hombre es el culpable de este niño, hijo del
mundo moderno.
Mi colega Karelia Álvarez en la edición del
sábado 23 de mayo en su sección Conversemos,
escribió acerca de hijos deseados o no. Este gran niño engendrado del hombre de
estos tiempos, del desarrollo indiscriminado –aunque realmente no fue deseado-,
sí lo provocamos y ya lo tenemos, no debemos educarlo y alimentarlo como al de
nuestra casa.
Por esta causa eduquémonos para frenar su
malcriadez y no tener que decir: “El evento ENOS, ¡qué niño!
Ramón
Leyva Morales
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