Foto
de Evelio Medina Rodríguez publicada del periódico Victoria de la Isla de la
Juventud, en la edición del sábado 24 de febrero de 2001.
Evidentemente no era la mejor de sus fotos, aunque sí una muy buena
imagen captada por su lente.
Sergio Rivero Carrasco, entonces director
del periódico pinero, hoy director del telecentro Islavisión, quiso reconocer
la labor artística de uno de sus fotorreporteros.
Habitualmente lo hacía cada lunes después de la reunión del colectivo
donde se analizaba la edición impresa y él le dedicaba un ejemplar con el
señalamiento a su trabajo, siempre halagando su profesionalidad.
Sergio y Evelio no solo eran simples compañeros de labor, del director
hacia su subordinado. Ellos compartían artículos, de esos con el detalle
diferente que se mostraba en los suplementos, especialmente en Ecoisla,
dedicado a los asuntos medioambientales, y en ediciones especiales de la
Defensa u otros de interés general.
Ellos eran más que amigos, eran de esos hermanos “postizos”, que superan
a los de la propia sangre. Se visitaban y se confesaban sus secretos, sus
preocupaciones, sus vidas.
Sergio lo alentaba cuando su salud en ocasiones lo hacía desfallecer,
cuando sus fuerzas menguaban por las largas caminatas para lograr una
instantánea para el escrito del periodista que esperaba por ella. El cigarro,
su inseparable compañero desde la adolescencia, le había provocado un agudo
enfisema pulmonar, y después vendría el infarto agudo del miocardio, el cual lo
tuvo separado durante meses de su inquieta cámara.
Su partida, la del incansable fotorreportero, el familiar compañero, el
fiel amigo, el confiable hermano, se nos fue repentinamente, sin apenas darnos
tiempo a despedirnos de él, porque estaba trabajando, en plena vitalidad de su
obra, y sus fotos salían publicadas aún en la edición donde se le dedicaba un
poético artículo bajo la firma de otro de sus viejos amigos y compañero de
trabajo, el periodista Pedro Blanco Oliva.
Sergio, en su blog personal, le dedicaba unas sentidas palabras con el
título Medina de todos, también publicadas en Carapachibey, las cuales
dicen:
Es difícil aceptar las ausencias cuando se ha estado tan presente en las
decisiones y el quehacer de un colectivo nacido para el trabajo creador en
cualquier circunstancia.
Siempre supimos que Evelio Medina
Rodríguez, fotógrafo de nacimiento y fotorreportero de profesión, era de esos
seres humanos que todos quisiéramos tener al lado y el profesional certero en
cada una de sus entregas.
La vida juega sus malas pasadas y al amanecer de este viernes, nos lo
arrebató para siempre.
Más de 30 años de ejercicio profesional fueron testigo de cuántas imágenes quedaron en la memoria para mostrar las realizaciones de esta Revolución en su Isla, que también abrazó como su amor más sublime.
No podremos hablar de la historia pinera sin tener en cuenta el archivo fotográfico que Evelio entregó para todos los tiempos.
Más de 30 años de ejercicio profesional fueron testigo de cuántas imágenes quedaron en la memoria para mostrar las realizaciones de esta Revolución en su Isla, que también abrazó como su amor más sublime.
No podremos hablar de la historia pinera sin tener en cuenta el archivo fotográfico que Evelio entregó para todos los tiempos.
Lo mismo de las reiteradas visitas del Comandante en Jefe a la Isla con
disímiles Estadistas y personalidades de talla mayor, hasta lo más insignificante
del día a día donde crece la Patria que se construye de ese modo.
Una sensible pérdida para la familia del semanario Victoria, del periodismo y la memoria histórica de la Isla, porque como ningún otro, dejó una estera de amor en todos los que tuvimos el privilegio de compartir una buena parte de nuestras vidas junto a él.
Hay sitios de esta Isla que solo saldrán a la palestra por su arriesgada decisión de ser fotorreportero rellollo, de esos que prefieren entregar la vida si en ello va la mejor imagen.
Es difícil decirte adiós, hermano.
Una sensible pérdida para la familia del semanario Victoria, del periodismo y la memoria histórica de la Isla, porque como ningún otro, dejó una estera de amor en todos los que tuvimos el privilegio de compartir una buena parte de nuestras vidas junto a él.
Hay sitios de esta Isla que solo saldrán a la palestra por su arriesgada decisión de ser fotorreportero rellollo, de esos que prefieren entregar la vida si en ello va la mejor imagen.
Es difícil decirte adiós, hermano.
Solo hoy te dedico un “hasta luego”, como al retirarte el ultimo cierre,
porque nos acompañarás en cada jornada y con tu paradigmático quehacer,
demostrarás que siempre serás Medina de
todos.